Por la boca… Una campaña incierta

La campaña para las próximas elecciones generales ya está aquí. Más concretamente ha empezado en el mismo momento en el que se han conocido los resultados de las elecciones municipales y autonómicas. En ese preciso instante, Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera, han echado a andar la maquinaria y se disponen a poner toda la carne en el asador. Esta campaña, al menos de momento, se centrará en planteamientos y estrategias internas. Tanto el Partido Popular como el Partido Socialista, Podemos y Ciudadanos, tienen sus particulares batallas, distintas en cada caso pero todas ellas enfocadas única y exclusivamente en las generales.

Ninguno va a dar un solo paso perdiendo de vista esos comicios y todos los pactos, alianzas, valoraciones de resultados y estrategias, van a estar determinados por, y con el pensamiento puesto, en el momento en el que el presidente del Gobierno convoque las elecciones generales.

El Partido Popular tiene un líder claro en Mariano Rajoy por más que ya hayan comenzado las habladurías sobre su estrategia o en relación a su desgaste. Esos comadreos, que llegan desde el propio Partido Popular, siempre van a ser con la boca pequeña y en susurros, nunca abiertamente. Pero la mayor china en el zapato la va a tener el Partido Popular en las ambiciones y en las apetencias de barones y alcaldables, que intentaran todo tipo de estrategias para no perder poder en sus respectivos feudos, ante la realidad de la desaparición de las mayorías absolutas. Y, aunque muchos de ellos parezca que han tirado la toalla -Barberá o Cospedal son un buen ejemplo- en los próximos días pueden pasar muchas cosas y manejarse muchos intereses locales y personales..

Los socialistas no tienen un líder tan evidente. Pedro Sánchez ha perdido la hegemonía de la izquierda y Susana Díaz no ha dicho la última palabra y, si como parece, las elecciones locales pueden servir para desbloquear la investidura en Andalucía, su papel va a volver a ganar enteros dentro y fuera del partido. El Partido Socialista tiene a la vista pactos demasiado comprometidos. Por ejemplo, que Carmona se ofrezca de vicealcalde para que gobierne Podemos, por muy disfrazado que vaya de Manuela Carmena, o que Gabilondo se haga con la autonomía de Madrid gracias a los votos de Pablo Iglesias, serán alianzas que pueden pasar factura a unos y otros.

Podemos, además de que es el que mejor parado ha salido, lo tiene más fácil porque no tiene nada que perder en unas elecciones generales. Todo lo que venga, poco o mucho, siempre será ganancia. Su único escollo va a ser la identidad. En dónde mejor le han ido las cosas ha sido en las autonomías y en los ayuntamientos en los que se presentaba con traje de camuflaje. Los pactos que haga ahora le van a desnudar ante los electores y además, el candidato Pablo Iglesias no tiene disfraz posible.

Ciudadanos iba a ser la llave en casi toda España. Su llavero se ha quedado en mínimos, por más que las llaves que tenga sean de sitios fundamentales. Su talón de Aquiles está en la falta de estructura nacional y en la carencia de equipos medianamente solventes. Y también el uso de las llaves que ha ganado, puede condicionar su éxito en las elecciones generales.

A la vista de lo anterior, habrá que preguntarse hasta qué punto las elecciones municipales y autonómicas importan a los dirigentes nacionales de los partidos, más allá de lo que puedan representar de obstáculo o de trampolín de cara a las generales.

 
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