Por la boca… De la catástrofe al apoyo

Barreda ha hecho su propia transición y además la ha hecho en pocas horas. Todo un record. Apenas había pronunciado la palabra catástrofe -para referirse a los futuros resultados electorales del Partido Socialista y aún no había acabado de expresar su deseo de que Rodríguez Zapatero limitara su mandato a ocho años (o sea que se fuera)- cuando afirmaba tajantemente que el presidente del Gobierno y secretario general de su partido tenía todo su afecto y todo su apoyo.

Uno no sabe a qué carta quedarse: Si es apoyo y afecto personal o abarca también apoyo y afecto hacia la labor política del cuestionado. Si apoya a la persona y quiere que el político se vaya cuanto antes. Si piensa que ya no hay catástrofe y que el Partido Socialista ganará las elecciones de calle. Si la catástrofe es para las elecciones generales y no para las autonómicas y más concretamente para Castilla-La Mancha. En fin, que el señor Barreda, como al parecer le han dicho sus asesores, ha metido la pata y, como diría Esperanza Aguirre, hubiera estado mejor calladito.

Tampoco sabemos muy bien si todo es producto de la desazón que le produce la cercanía de los comicios en su comunidad y si quiere, otra rectificación, que vayan o no vayan líderes nacionales a apoyarle en su campaña.

Y lo que nunca sabremos, por mucho que queramos intuir, es si ha habido llamada al orden desde Ferraz y, si la ha habido, de quién ha sido y en qué términos. Lo que parece evidente es que los llamados barones, es decir, quienes se juegan su reelección en sus respectivas autonomías están más que quemados con Ferraz y que van a intentar desmarcarse.

Barreda lo hizo y, por las razones que fueran, le salió el tiro por la culata y, de forma inmediata, hubo de apresurarse a rectificar. Mala cosa sobre todo en vísperas electorales. Pocos políticos autonómicos pueden quitarse el sambenito de la ‘teledirección’ desde Madrid, pero con las fórmulas que emplean les va a ser cada vez más difícil.

Una vez más hay que apuntar a la incontinencia verbal de nuestros dirigentes. Pero lo que ocurre es que los ciudadanos son los sujetos de esa incontinencia verbal. En este caso entre las filas de los socialistas, por más que se quiera ocultar, cunde el desconcierto y entre los votantes de a pié que no pertenecen a ninguna formación y que se quieren formar su propio criterio en relación a una gestión y a un posible candidato, ocurre tres cuartos de lo mismo.

No se trata de unas declaraciones de carácter interno que se quedan en lo que llamaríamos ámbito doméstico, ni siquiera son una metedura de pata para andar por casa, se trata de algo más trascendente que atañe a los propios ciudadanos.

Algo muy parecido ocurre con la decisión de Rodríguez Zapatero de presentarse o no presentarse a la reelección. Está en su derecho en cuanto al contenido de esa decisión, pero lo que ya es más discutible es que el momento y la oportunidad para anunciarla, sean de su exclusiva competencia sin tener en cuenta para nada a su propio partido ni a sus votantes y, por supuesto, al resto de los españoles.

 
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