Por la boca… Las cloacas se filtran

Que las cloacas existen lo sabemos todos. Que en el Estado hay cloacas también, y que esas cloacas se utilizan de una u otra forma, es evidente. Pero el problema no es que existan cloacas, el problema es lo que circula por esas cloacas.

Una cosa es que el supuesto 'tema' Mas-Pujol sea una realidad y otra muy distinta es quién lo destapa y por qué y para qué lo destapa. Por eso es absolutamente necesario que los catalanes que van a votar el domingo escuchen claramente, sin medias palabras y sin querellas más o menos fantasmas, si 'hay tema o no hay tema'.

Como ha dicho el propio Jordi Pujol al recordar el caso Banca Catalana, llueve sobre mojado. Los famosos 'tres por cientos' a los que tantas veces se ha aludido en el Parlamento Catalán están ahí, y siguen estando. Cuando han salido las presuntas cuentas y los presuntos negocios nadie se ha rasgado las vestiduras –excepto, claro está, los interesados-, extrañado por tamaña acusación.

Si las presuntas irregularidades se usan de forma más o menos partidista nadie se puede llamar a engaño. Y ese uso, censurable o no, solamente se puede evitar con claridad, con luz y taquígrafos. Las protestas del uso que se dé a las cloacas no evitan que la gente piense que lo importante es lo que circula por ellas, si es que realmente circula.

Una vez más se hablará de presunción de inocencia. Es verdad. Y también es verdad que quienes tienen que probar la acusación son los acusadores. Ni Mas ni Pujol tienen que demostrar el no. Son otros quienes deben que demostrar el sí.

Pero la realidad es terca y los políticos tienen que serlo, parecerlo y no dejar la más mínima sospecha por el camino. Decir que hay filtraciones indeseadas solamente conduce a pensar que en esas filtraciones 'hay tema'. Es difícil filtrar algo que no existe.

En definitiva, que hay muchas cosas que aclarar y que hacerse la víctima no conduce a nada, y mucho menos en nombre de una autonomía que, en uno u otro sentido, no atraviesa por sus mejores momentos. Y, además, con un presidente que se jacta de ser el último al que va a destruir España.

 
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