Por la boca… La coartada de las abstenciones

En pocos días hemos asistido a dos votaciones, una en el Congreso de los Diputados y otra en el Parlamento de Cataluña, que se han saldado con sonadas abstenciones y que han dado carta blanca a dos situaciones que, en apariencia, los abstencionistas no deseaban que sucedieran.

Claro que la abstención de Ciudadanos en el asunto de la eutanasia, es distinta que la abstención de la CUP, que ha permitido la investidura de Torra como presidente de la Generalitat. Pero que sean diferentes en sus planteamientos no quiere decir que no sean iguales en su esencia.

Si la abstención quiere decir, en el caso de Ciudadanos, que una posible legalización de la eutanasia en España es algo que a esa formación le trae sin cuidado o que no tiene una opinión formada sobre el asunto, es preocupante. Resulta grave que un partido que puede llegar a gobernar, no tenga opinión o le traiga al pairo una posible ley sobre algo tan serio. Sería igual de grave e igual de preocupante que ese partido, en aras de una hipotética cosecha de votos, no quisiera ‘mojarse’ y vivaqueara en la ambigüedad.

En cualquier caso, estamos ante una abstención que, no sólo no lo es en su resultado final, sino que demuestra las carencias de unos políticos que aspiran al poder pero que son incapaces de dar la cara, en uno u otro sentido.

Por otro camino transcurre la abstención de la CUP que, además, lleva a sus miembros a una contradicción flagrante. Dice su portavoz que no quieren un gobierno como el que representa Torras pero ellos, que son la llave de su investidura, se abstienen precisamente para que resulte elegido.

Tampoco en este caso la coartada es de recibo. Si lo que quieren es justificarse ante sus bases y demostrar que no admiten a Torras, lo lógico es que su voto hubiera sido negativo. Decir ahora que van a hacer oposición dura para lograr sus objetivos en una república fantasmagórica, libertaria y comunistoide, no cuela ni como abstención, ni como justificación, ni como coartada.

Cuando la abstención permite que suceda algo que, aparentemente el que se abstiene no quiere que ocurra, pierde toda su eficacia y la coartada desaparece.

En castellano, ambas abstenciones son eso que se llama ‘tirar la piedra y esconder la mano’; ‘nadar y guardar la ropa’; ‘repicar e ir en la procesión’; ‘estar al plato y a las tajadas’; ‘poner una vela a Dios y otra al diablo’…

 
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