Por la boca… Día del libro o del “ebuk”, del “aipad”, de “zelda” o de “super mario Bross”

A pesar de los puestos y las ventas en las Ramblas, apenas se leen libros y nuestros jóvenes los consideran una pieza de museo y hasta dudan de si hay que colocarlos en urnas para ir a visitarlos y cada vez se manejan menos libros de texto y es el no va más de la modernidad, estar en clase con un ordenador.

Ahora que hay días para cualquier memez eso del Día del Libro, de Cervantes y hasta de Shakespeare, perece como si tuviera más importancia y hasta más seriedad. El problema está en que no es verdad y por mucha Feria del Libro y muchas ventas en Las Ramblas y la proliferación de lecturas colectivas, más o menos impostadas, o festejos, tirando a cursis en las escuelas, apenas se leen libros y nuestros jóvenes los consideran una pieza de museo y hasta dudan de si hay que colocarlos en urnas para ir a visitarlos. 

Ya son varias las generaciones que se dedican a las pantallas, a matar marcianitos (ya muy pasado de moda) y a jugar con el “mario bros” o el “zelda” y lo más que hacen es coger unos minutos el “aipad” y leer algo en eso del “ebuk”. Cada vez se manejan menos libros de texto y es el no va más de la modernidad, estar en la clase con un ordenador.

Por eso es de agradecer la reciente publicación de un libro breve, pero magnífico, del que no es autor un bibliófilo, un filólogo y ni tan siquiera un bibliotecario, lo ha escrito un médico, el doctor Rafael Romero que se limita en un tono coloquial, irónico, festivo y con un gran sentido de la realidad, a describir sus experiencias con los libros, desde niño hasta ahora, ya en plena madurez.

Simplemente con leer el título: El buen lector en su biblioteca, el gusto de leer toda una vida y los enunciados de capítulos como “El placer de tener un libro en las manos”, “Cómo se pierden los libros”, “Libros viejos o libros de segunda vida”, “El libro como adorno” “Los libros que (casi) nadie ha leído” o “Qué va a ser de mis libros”, ya hay una idea de por dónde va la cosa y un bosquejo del contenido.

Y ante la mirada de quien se acerca a una estantería, aparecen el “Ulises” de Joyce, “La Comedia humana” de Balzac, o “Los siete años en el Tibet” de Harrer, sin desdeñar los libros de viajes y naturalmente “La Iliada”, “La Odisea” o “El Quijote” y las novelas policíacas y las biografías y autobiografías y Galdós y Verne y Salgari … y tantos y tantos otros que a las nuevas generaciones (y a veces no tan nuevas) les suena a algo perfectamente desconocido, cuando no antiguo y pasado de moda.

Nombres y títulos que desgraciadamente no son muy del día a día de jóvenes (que van a las bibliotecas solamente a estudiar en días de exámenes) y no tan jóvenes que se apuntan a la progresía de los juegos y prefieren los “god of guar”, “espiderman” el “elden ring” y no digamos nada de las delirantes variedades para jugar al fútbol desde una pantalla y con un mando a distancia, tumbados en un sofá. 

Como escribe el doctor Romero se trata de un libro para entusiastas de la lectura que, si llega a convencer a uno solo de los no lectores, habrá merecido la pena escribirlo.

Por eso son muy de agradecer sus apenas 60 páginas y por eso suena a hueco tanta celebración del Día del Libro, muchos de los cuáles, según nuestro autor,  casi nadie ha leído.

 

Alguien ha dicho que lo peligroso no es quemar libros como en Fahrenheit 451, lo peligroso es una sociedad en la que los libros están disponibles, pero nadie los lee.

La carcajada: Dice Sánchez en un mitin/coñazo/mentira: “Este Gobierno ha dicho que crear país, hacer patria, es repartir las oportunidades en todos los territorios de la patria y no ubicarlo todo en el centro de España, es decir, en la capital de Madrid”. Y también en un mitin, Lobato  candidato socialista en Madrid, dice que “la derecha pone palos a los caballos”.

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