Por la boca… Los experimentos con gaseosa y en mejores circunstancias

En el caso de Cataluña el experimento se está haciendo con cava, y del bueno, pero quizás no en el mejor momento.

Es muy curioso que CIU y la Esquerra sigan en sus trece pese a que todos los partidos restantes se opongan al famoso manifiesto. Es muy curioso que el Partido Socialista de Cataluña siga en sus trece pese a que Pérez Rubalcaba diga abiertamente que por ese camino, el del derecho a decidir, no hay nada que hacer y es muy curioso que el PNV, desde el gobierno del País Vasco, haga esfuerzos para separar posturas, por más que CIU y sobre todo la Esquerra quieran cerrar filas.

Pero la realidad es que Mas está en manos de quienes le permiten seguir en la Plaza de San Jaime y así no es fácil negociar con otras fuerzas. Ya ha dicho Duran i Lleida que todo lo que se haga tiene que contar con el mayor consenso posible.

Pero es que además, no corren buenos tiempos para Cataluña. El resto de España está más pendiente de los presuntos casos de corrupción que del problema de la, no menos presunta, independencia. Y en esas condiciones tampoco es fácil la negociación con ese resto de España que, cada vez está más claro, tiene algo que decir en relación a la unidad de la Nación.

Desde la salida de otro Jordi Pujol Ferrusola que, presuntamente, también es millonario, hasta las contestaciones de los sindicatos policiales a las desabridas declaraciones de Jordi Pujol senior ante las investigaciones, pasando por la situación de Unió Democrática y, más concretamente, de Duran i Lleida, la situación no es halagüeña.

En esas condiciones de opinión pública, el momento elegido para la ofensiva separatista no es bueno y, hacer como que una cosa no tiene que ver con la otra, puede ser hasta contraproducente incluso en la misma Cataluña.

La independencia y manifiestos como el publicado, tienen que gozar, no ya del mayor de los consensos posibles, sino de una base política que debe estar asentada en el prestigio de quienes promueven semejantes iniciativas.

No es ese el caso de Artur Mas, porque una formación política que pretende una operación de tan alto calado, tiene que tener las espaldas bien guardadas y los pies bien asentados en el suelo.

Los presuntos casos de la familia Pujol y de Duran i Lleida no favorecen, sino todo lo contrario, a Artur Mas y a sus pretensiones.

 
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