Por la boca… La gran coalición

Angela Merkel ha ganado las elecciones alemanas y las ha ganado bien, al estilo Adenauer. Los liberales han salido mal parados y no han conseguido el mínimo porcentaje para estar representados en el Bundestag. Eran el apoyo natural de Merkel, como lo han sido de la socialdemocracia en diversas ocasiones. En Alemania, salvo coyunturas muy concretas, son poco dados a las mayorías absolutas y están muy acostumbrados a las coaliciones.

La gran coalición, es decir la CDU y el SPD gobernando juntos, ha sido una de las soluciones y no con malos resultados. Ahora es una de las posibilidades que tiene Merkel encima de la mesa de la cancillería y es muy probable que la decisión estuviera tomada de antemano. O con la socialdemocracia o con los verdes, puesto que los propios socialistas se han apresurado a negar cualquier tipo de entendimiento con las izquierdas más extremas.

Así pues, estamos ante un posible entendimiento entre los cristianodemocrátas y socialdemócratas que, según se dice, de producirse, supondría un cierto 'aflojamiento' de la faja económica en la que Merkel nos tiene embutidos.

Sea como fuere nos toca esperar. Pero podríamos aprovechar la espera para reflexionar y para tomar nota de cómo funciona un país mínimamente serio. Con un paro que roza el 4%, con un crecimiento previsto de casi un 2% y siendo el país más potente de Europa, no parece que Merkel ni los alemanes tengan problemas cruciales y tan graves como para aliarse los adversarios.

Nuestro panorama es tan distinto que son varias las voces que se alzan para pedir una más estrecha colaboración entre populares y socialistas. Casi nadie se atreve a pedir más y lo que dice lo dice con la boca pequeña o en voz baja como si se tratara de un despropósito. Y es que es un despropósito pensar en una mínima colaboración entre PP y PSOE. Salvo para defender sus propios intereses y desear al Rey un pronto restablecimiento de su nueva intervención quirúrgica, el resto parece estar vedado a la más mínima colaboración entre los dos grandes partidos. Y no solamente no se colabora sino que los asuntos más graves sirven únicamente para tirarse los trastos a la cabeza.

Mal síntoma que se estén dilucidando asuntos tan graves como el de Cataluña, el País Vasco, la Ley de Educación, la de Transparencia, aspectos que atañen a la Corona y no digamos nada a la economía, y quienes nos gobiernan o nos pueden gobernar en un futuro sean incapaces de ponerse de acuerdo en los mínimos necesarios para salir airosos.

No se entiende muy bien por qué los alemanes son de una pasta y nosotros de otra.

 
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