Por la boca… La hora de la verdad

Los resultados electorales ponen a los cuatro partidos, que han salido mejor parados, ante su propia realidad. Tiempo habrá de remansar esos resultados y, sobre todo, de reflexionar sobre la situación de cada uno y las decisiones que tomarán sus dirigentes ante la necesidad de pactar para que España pueda ser gobernable.

De momento, una vez más, ninguno quiere admitir esa realidad que está a la vista.

El Partido Popular, ganador -pero con una pérdida espectacular de votos y escaños- se refugia y se justifica en que sigue siendo el partido más votado, y eso le sirve de venda en los ojos.

El Partido Socialista tiene su propia venda en la ilusión de ser los segundos y de no haber cedido tanto como los propios socialistas pensaban aunque haya tenido el peor resultado de su historia.

Podemos, encantado con sus 69 escaños, se quita la careta socialdemócrata que se había puesto, en la campaña, y vuelve dónde solía.

Ciudadanos se baja de la nube y se contenta con la subida en votos y en escaños en tan poco tiempo de vida a nivel nacional.

Pero ha llegado la hora de la verdad. La verdad en un doble sentido. La hora de coger al toro de España por los cuernos y la hora de dejarse de historias y, de una vez por todas, dejar de mentir a los españoles.

Ya no es tiempo de promesas absurdas, de ataques gratuitos, de insultos barriobajeros, de tonterías infantiles, de baladronadas vacías, de ambigüedades que no dicen nada y de pactos extraños. Ahora hay que gobernar y eso ya no es tan fácil.

Hay que poner a cada uno en su sitio y ante sus responsabilidades y eso no es un juego.

 

Es curiosa –perfectamente orquestada- la reacción de Podemos. El partido de Pablo Iglesias ha logrado 69 escaños, ni uno más. Esos 69 escaños suponen, además del tercer lugar en el Congreso de los Diputados, 54 escaños menos que el Partido Popular, 21 menos que el Partido Socialista, millones de votos menos que los populares y cientos de miles de votos menos que los socialistas.

Con esas cifras, Pablo Iglesias se permite el lujo de afirmar que él llamará a lo demás, que sus propuestas de una España plurinacional, de referéndums separatistas etc. etc. son ‘imprescindibles, ineludibles e inaplazables’.

La osadía del dirigente populista no tiene límites. Porque puede haber partido de cero, incluso ha conseguido un éxito en su primera comparecencia en unas elecciones generales, pero la realidad es que tiene 69 escaños, ni uno más. Y lo verdaderamente ‘ineludible’ es que alguien le diga que esos 69 escaños se quedan a 107 escaños de la mayoría.

No es verdad que los españoles hayan dado el finiquito a los ‘viejos partidos’ y hayan mandatado a Podemos para que cambie la política en España. Analizando las cifras de las cuatro formaciones, los ‘viejos partidos’ suman 213 escaños, frente a los 109 que suman los que dicen que los españoles ‘han votado el cambio de sistema’.

No es verdad, aunque Sánchez quiera que lo creamos, que los españoles hayan votado izquierdas. Obviando los partidos nacionalistas, Partido Socialista y Podemos suman 159 escaño, mientras que Partido Popular y Ciudadanos suman 163. Esa es la verdad y esa es la realidad, aunque se interprete interesadamente.

Lo primero que tiene que hacer un político es ponerse delante del espejo real de los resultados y dejarse de fantasías.

Tiempos de inestabilidad. Momentos difíciles en la política española que exigen que los políticos, aunque cueste dejar sus hábitos, digan la verdad, afronten la realidad y se olviden de cuentos y de fantasías.

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