Por la boca… ¿ Por qué lo llaman recortes?

No se entiende muy bien por qué el Gobierno llama recortes a lo que son, pura y simplemente, subidas y más subidas. Subidas de impuestos, subidas de carburante, subidas de la luz eléctrica, subidas del butano, subidas de los transportes…

Una situación económica como la que estamos atravesando tiene dos vertientes. Una es la del ahorro y otra es la del aumento de los ingresos. El ahorro se basa en los recortes y el aumento de los ingresos, se quiera o no, pasa por los incrementos y por las subidas y a eso, se le puede denominar de muchas maneras pero nunca se le puede llamar recortes.

Parece como si el Gobierno buscara constantemente coartadas. La de lo mal que dejó las cosas el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, que es una verdad como un templo, se agota cada día que pasa. La de las exigencias europeas, que también es cierta, no está en su mejor momento tras la ‘sacada de pecho’ de Rajoy, cuando aumentó el déficit sin ‘dar cuenta a los otros’, porque ahora, dando cuenta o no, nos vemos obligado a ‘meter pecho’ en Europa y nos asustamos ante la amenaza de una intervención en forma de rescate más o menos solapado. La penúltima coartada es la de los padres cuando castigan a los hijos y les dicen aquello de ‘a mí me duele más que a ti’, es un razonamiento que, además de pasado de moda, queda como algo ridículo

Y la última -que ni es siquiera es coartada- consiste en que algunos conspicuos miembros del Partido Popular se refugian en el tópico de que ‘no sabemos comunicar bien’.

Así las cosas, llega lo de la mal llamada amnistía fiscal. No se sabe muy bien por qué motivo quienes han estado defraudando a Hacienda, han evadido capitales, los tienen tan ricamente en Suiza y, de momento, no les va mal con los inspectores, motu proprio, van a abandonar tan cómoda y acomodada postura para hacer aflorar los miles de millones de euros que hay en dinero negro, van a darse golpes de pecho y van a pagar, menos, pero van a pagar.

La amnistía, así denominada, no es ni siquiera una coartada. Además de ser injusta y encabritar a la gente, va a dar resultados mínimos, no va a hacer que aflore nada y va a dejar al Gobierno bastante malparado de cara la opinión pública.

De todas las coartadas, al menos una nos produce algún consuelo: el saber que el ministro de Hacienda sufre mucho, tomando medidas que no le gustan. No se puede pedir más.

 
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