Por la boca… O malos o tontos

Como ocurre siempre, cuando hay algún suceso como lo sucedido en París la pasada semana, los políticos se creen en la obligación de hacer declaraciones. Evidentemente esas declaraciones son de condena y repulsa e incluso algunos se aventuran a buscar causas y a proponer soluciones. Esas manifestaciones públicas nunca están exentas de lo que podíamos denominar ‘intereses’ políticos de cada cual y es entonces cuando se empiezan a ver demasiados plumeros que, en circunstancias tan graves como las que se viven en Francia, deberían de estar enfundados. Pero es lo que hay.

Resulta chocante que alguien que pretende lograr la confianza de los españoles para ser presidente del Gobierno, que ha formado parte del Parlamento Europeo y que basa su programa en extremosidades de izquierdas que pasan por todo tipo de extravagancias, no se adhiera al pacto antiyihadista y afirme que no se ‘siente identificado con los valores de ese pacto’ y que ‘la defensa de las libertades no pasa, en ningún caso, por la venganza’.

Aunque no se tuviera en cuenta la inanidad de la frase y su academicismo decimonónico, simplemente con examinar por encima las diatribas e invectivas del político de marras contra todo lo que se mueve a su derecha, podría preguntársele qué entiende por venganza, por resentimiento o por rencor.

Dice el susodicho que ‘pensamos que combatir el yihadismo implica defender, más que nunca, los valores europeos’. Otra tontería, por vacua, por lugar común y por hipócrita, sobre todo a la vista de los ‘valores europeos’ que el declarante defendió en Europa.

Cuando ocurre lo que ocurrió en París, o se está o no se está, o se es o no se es. A la vista de los cadáveres y de la tragedia vivida las medias tintas están al borde de la villanía y, si esa villanía, es producto de la manía de diferenciarse de ‘la casta’, de equidistancias inconfesables, de presunciones basadas en la ficción no ceder ante los ‘estados opresores’, de jugar al ‘salvapatrias’ y de obtener unos hipotéticos réditos electorales, los calificativos sobran.

O malo o tonto. Si se cree sinceramente lo que dice, debe de preocupar por tonto. Si no se lo cree y lo dice, habría que analizar los objetivos y, tras el análisis, asoma la maldad.

Rodríguez Zapatero, tercia en las declaraciones y aconseja al sujeto que ‘reflexione’. Vale. Pero ante lo ocurrido, el buenismo, la cuquería política y hasta la alianza de civilizaciones, sobran.

Sobra también cierto tipo de reflexiones, porque algunos hace mucho tiempo que llegan a la política ‘ya reflexionados’.

 
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