Por la boca… Noticia suficientemente contrastada: Sánchez ha perdido las elecciones.

Pedro Sánchez en los desayunos en el Ateneo de Madrid.

Parece claro que en España, para gobernar, no hay que ganar las elecciones ni siquiera obtener el mayor número de escaños. En España para gobernar, hay que tener la desfachatez de Sánchez, mentir como Sánchez, engañar como Sánchez, claudicar como Sánchez y hasta sonreír como Sánchez.

Hay noticias que a fuerza de ignoradas, tergiversadas y manipuladas, cambian radicalmente su naturaleza y, por lo tanto, la realidad. En las pasadas elecciones generales, Sánchez obtuvo 121 escaños (Pumpido mediante) y el Partido Popular (Pumpido mediante) 137. O lo que es lo mismo: Sánchez perdió claramente las elecciones porque sacó 16 escaños menos que su oponente.

A juzgar por los votos conseguidos por Sánchez y recordando lo que ha sido su trayectoria desde que se le conoce en política, hay que concluir que es el que mejor miente o, si se quiere, el que mejor engaña.

También cabe deducir que los millones de españoles que le votan -en uso de su legítima libertad- son propensos a dejarse engañar o que les encanta ser engañados o, lo que sería peor, que no se enteran de que les están engañando.

Corre la especie de que el votante nunca se equivoca, pero una cosa es el derecho al voto que tiene todo ciudadano -derecho que ejerce o debe de ejercer con plena libertad, lo mejor informado posible y libre de cualquier presión- y otra muy distinta que se equivoque al votar. Sería eso tan americano del derecho a equivocarse.

Pero parece claro que en España, para gobernar, no hay que ganar las elecciones ni siquiera obtener el mayor número de escaños. En España para gobernar hay que tener la desfachatez y el desahogo de Sánchez, mentir como Sánchez, engañar como Sánchez, claudicar como Sánchez y hasta sonreír como Sánchez y conseguir aliarse con cualesquiera ideologías (o lo que sean) para que, a costa de sacarle -o sea sacar al resto de los españoles- hasta los higadillos, le den sus escaños a la hora de culiparlar en el Congreso

Y entonces, sin haber ganado las elecciones y habiendo sido derrotado claramente, puede Sánchez pasearse con aire de triunfador indiscutible.

Y cuando se ha dado sin medida todo lo que piden a separatistas, prófugos delincuentes y proetarras y separatistas, prófugos, delincuentes y proetarras, venden sus escaños y uno se vuelve a aposentar en La Moncloa, se cacarea la victoria y se habla de mayoría social, de democracia y hasta de progreso.

No vale ni el voto ciudadano, ni el número de escaños. Solamente cuenta el número de culiparlantes que votan la investidura.

 

La carcajada: Dice Montero (la de turismo en Nueva York): “El movimiento feminista es lo mejor que tiene este país”.

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