Por la boca… De la patología ideológica de unos, a la ausencia de ideología de otros

La política en España fluctúa entre la ausencia de ideología en la derecha y la enfermiza y hasta falsa idolatría a la ideología de la izquierda y así, tan difícil es gobernar con una mínima eficacia como hacer oposición con garantías de éxito.

Siempre se ha dicho que es muy distinto hablar, opinar y perorar en mítines o desde la tribuna de un determinado partido político, que hacerlo desde la poltrona de un cargo oficial -y con supuestas y más o menos asumidas responsabilidades de gobierno- o en el ejercicio consecuente de la oposición.

El Gobierno de Sánchez, en su inmensa mayoría, es un gallinero de ideologías tácitas en unos y explícitas en otros. Desde el radicalismo comunista hasta una pretendida socialdemocracia, pasando por el socialismo marxista o el comunismo de boutique, hay de todo y, como los componentes de ese galimatías siempre están en campaña y demostrando su valía para sus respectivas clientelas, todo se les vuelve hacer declaraciones más o menos asentadas en la ideología y como esa situación es continua y parece no tener fin, la gestión de gobierno se convierte inexorablemente en una especie de enfermedad ideológica en la que nada tiene sentido, incluida la propia ideología.

El espejo –con Sánchez a la cabeza- es Díaz que no tiene reparo alguno en poner de manifiesto los problemas con los que tropieza en el Gobierno para sacar adelante proyectos inmersos en el comunismo rancio y de pasarela que profesa.

Es el caso, entre otros, de Cuerpo o de Urtasun o de Alegría y hasta de Montero que no saben todavía, desde sus ideologías comunistas, marxistoides o simplemente izquierdosas de salón, lo que quieren ser, si es que llegan a ser algo, cuando maduren políticamente y se recuperen del síndrome de verse ministros (mamá no te lo vas a creer, Sánchez me ha nombrado ministra/ministro de…)

En esa patología no podía faltar Marlaska que, como siempre, está en candelero y no por cosas baladíes. Ahora por la tragedia del asesinato (fallecimiento para el antiguo juez) de guardias civiles en la lucha contra el narcotráfico; lucha para la que Marlaska -frente a narcolanchas modernas, potentes y bien dotadas- equipa a la Guardia Civil con goitiberas (Marlaska, bilbaíno él, debe de saber lo que son las goitiberas; sus asesores, que busquen en los diccionarios)

Y Sánchez, como paradigma patológico para todo su entorno, que ni siquiera sabe lo que es ideología, que va por el mundo de bandazo en bandazo, aunque todos tienen el mismo fin, que es su permanencia en el poder, entre otras razones porque después de todo lo que está perpetrando, fuera de La Moncloa, va a tener una vida incómoda. 

La demostración la hace cada vez que abre la boca y ahora, con las elecciones gallegas, está en su momento favorito y hasta los asesores le hacen decir las consignas, supuestamente ingeniosas, en verso como lo de “a votar en masa para mandar al PP a casa”, junto con las falacias de siempre “pido concentrar el voto en quien sabe gobernar el cambio”. Y lo dice quien hace de todo menos gobernar y quien demuestra que no sabe ni entiende qué es el cambio.

Por su parte, la oposición que hace el Partido Popular se debate en una nebulosa ideológica, en la que solamente está clara su crítica a la gestión socialista. Y desde los tiempos de Rajoy o Sáenz de Santamaría, pasando por Casado, hasta llegar a Feijóo, los bendodos o las gamarras o los tellados, la ausencia de una línea ideológica bien definida -que vaya más allá de las precauciones electoralistas o las medias tintas- es flagrante y la oposición consiste fundamentalmente en criticar, a toro pasado, acciones y hechos del Gobierno con iniciativas timoratas y siempre a remolque. La oposición, si es algo, por encima de la crítica lógica y hasta obligada, es la propuesta de alternativas valientes, bien definidas y creíbles sustentadas por una ideología clara y coherente.

 

La política en España fluctúa entre la ausencia de ideología en la derecha y la enfermiza y hasta una falsa idolatría de la izquierda a la propia ideología.

 Y así, tan difícil es gobernar con una mínima eficacia, como hacer oposición con garantías de éxito.

La carcajada… Exultaba en los Goya la presentadora de TVE Hernand, cuando se le apareció Sánchez en esmoquin: “Eres un icono. Te queremos, presi”.

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