Por la boca… Sánchez, detector de peligros

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, habla ante los medios en Bruselas
Pedro Sánchez.

El tiempo que no le ocupa la tarea excelsa de vivir, crear y legar a la posteridad acontecimientos históricos (cómo el del Sahara), lo dedica Sánchez a detectar enemigos, aprovechando los fines de semana en los que se pone en modo socialista cantando La Internacional.

Sánchez ha dedicado el mitin del fin de semana a detectar peligros y enemigos desde Madrid a París, pero en un ejercicio supremo de humildad (virtud congénita en él), no se ha autocitado como peligro, ni ha detectado peligros a su alrededor.

“El enemigo no está solo en Moscú”, ha afirmado, “está en París, en las elecciones, está en Madrid y en todos los proyectos de ultraderecha que socavan las bases de la convivencia”.

Como de costumbre las elucubraciones de Sánchez, llevan implícita la respuesta: “El enemigo no está solo en Moscú, está en el Gobierno de Sánchez, en las alianzas de Sánchez, en las coaliciones de Sánchez y, por supuesto, en el propio Sánchez por su incapacidad para gestionar un país, y en todos los proyectos de ultraizquierda que socavan las bases de la convivencia”.

 Y es que el tiempo que no le ocupa la tarea excelsa de vivir, crear y legar a la posteridad acontecimientos históricos (cómo el del Sahara), lo dedica Sánchez a detectar enemigos,  aprovechando los fines de semana en los que se pone en modo socialista cantando la Internacional.

Y ya embalado, urge a Feijóo para que “sea implacable con la corrupción, que no vuelva a las andadas y que no ceda ante el chantaje de la ultraderecha”.

Y una vez más hay que responder a Sánchez: que “sea implacable con la corrupción, que no vuelva a las andadas y que no ceda ante el chantaje de la ultraizquierda”.

Porque hay que ser muy cínico -aún en los prolegómenos de cantar La Internacional-  para hablar de corrupción en la situación de Sánchez y para hablar de chantajes de la ultraderecha, cuando se circula con los pantalones de la política permanentemente bajados, porque no se tienen más tirantes que los comunistas de Podemos, los separatistas y los proetarras.

La carcajada: Dice Díaz, la de Trabajo: “Hablar de democracia es hablar de esa mirada poliédrica con la que a mí me gusta ver el mundo del trabajo”.

 
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