Por la boca… Las tomas de posesión y la resaca

Entre las sonrisas, los abrazos y los cambios de manos de las carteras, hay que reconocer que las tomas de posesión son lo más atractivo de las crisis ministeriales. Sobre todo si, como la última, no hay más cera que la que arde.

Pero entre todos los saraos que se montan y que llevan a los ministros de ministerio en ministerio y de abrazo en abrazo y de sonrisa en sonrisa, siempre se escapan algunas palabras en los discursos que son dignas del mejor elogio. Desde quien dice que le den una oportunidad hasta quien entre lágrima y lágrima afirma muy serio que en la historia de España no ha habido nadie con la visión de la política internacional y de las relaciones entre estados, como Rodríguez Zapatero.

Oír, entre gimoteo y gimoteo a Miguel Ángel Moratinos decir que el actual jefe del Gobierno había dejado chiquitito al propio Fernando el Católico o al Conde Duque de Olivares en materia internacional, causaba rubor.

Pero nada comparable con las alegaciones que aducía el nuevo ministro de Trabajo para justificar su presencia en la reciente manifestación contra la reforma laboral. Menos decir que no estuvo y que, si estuvo, era porque le pillaba de paso y no había encontrado entradas para el cine, dijo de todo.

Luego está la vicepresidenta viajera, siempre con las maletas hechas como si de un Phileas Fogg moderno se tratara. O la broma de Ramón Jaúregui afirmando que en dos tardes Alfredo –léase Rubalcaba- le ponía al día de la política nacional. Y La ministra que pide una oportunidad, como si se tratara de un maletilla.

O sea que, entre los que se van con la ropa arrugada de estar tanto tiempo dentro de las maletas, hasta los que lloran por la emoción de haber encontrado en su vida un líder como José Luís Rodríguez Zapatero, y los que llegan sin saber dónde están y piden una oportunidad o un curso acelerado de dos tardes, estamos apañados.

Y tras las tomas de posesión el fin de semana de resaca, con los mítines de unos y otros. Lo mejor ha sido, sin duda, la metáfora del barco de Rajoy. Ingenioso a más no poder, cuyo guante recogió Pérez Rubalcaba -ya muy en su papel de destructor del enemigo, no en dos tardes sino en año y medio- con aquello de los que trabajan en el barco y los que van en el camarote durmiendo. Quizás por eso, o a lo mejor es por las encuestas, Blanco, pide a Rajoy que ‘siga en la cama’. Ingenioso también.

Todo un rosario de despropósitos que se diluye como un azucarillo en cuanto uno pasa página y vuelve a encontrarse con el paro, con el gasto incontenible de las autonomías o con los casos de corrupción.

Y cuando el mismo Blanco afirma que ‘estamos a punto de acabar con ETA’, la banda extorsiona a los empresarios como en sus mejores tiempos. Y mientras llegan las cartas amenazadoras, a Rodríguez Zapatero le da tiempo de convencer a López y que mire para otro lado cundo se publiquen las listas electorales de Batasuna. Que se publicarán. Seguro.

 
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