Por la boca…A las barricadas y a por la ley del aborto

Si no hay consignas, lo parece. Si no hay orquesta, suena muy conjuntada. Si no hay argumentario  es como si lo hubiera.

Ha sido inmediato. Salir la ley del aborto y el aluvión de críticas, diatribas, descalificaciones y denuestos, se ha puesto en orden de combate como un batallón perfectamente organizado.

Medios de comunicación, asociaciones, partidos, políticos y comentaristas,  se han lanzado a la yugular de la ley. Lo que extraña es que los argumentos sean tan antiguos, tan pobres, tan manidos y tan zafios. Ni así se fragua una opinión sana, sea la que sea, ni lo que se está haciendo en algunos medios es buen periodismo.

Ni así se hace política digna, ni lo que se está haciendo desde algunas trincheras es medianamente plausible.

Salir a estas alturas con los argumentos feministas de la libertad de las mujeres respecto a su cuerpo, o hablar de malformaciones, o decir sin sonrojo eso de los treinta años de retroceso en España, es como para pensar muy en serio que los que defienden el aborto lo tienen poco estudiado, o muy abandonado, o están cansados. Lo diga quien lo diga, aquí no se está tratando de los derechos de la mujer ni nadie discute esos derechos. El problema es que el aborto no es ningún derecho ni lo es de ninguna mujer, por muy difíciles  y respetables que sean sus circunstancias personales o la situación de su embarazo.

Extraña que, quienes defienden tantos y tantos derechos, no pronuncien una sola palabra sobre el derecho a vivir de una persona con un síndrome determinado o con una cardiopatía congénita. Y los argumentos de los médicos o de los científicos que se prestan a los diagnósticos prematuros, tienen el valor que tienen, por cuanto los errores son demasiados.

Extraña que ni una sola voz se alce para hablar de ayudas a la mujer embarazada, sola y sin recursos.

Extraña que no se pronuncie una palabra para aludir a las responsabilidades del hombre que abandona a una mujer en la que ha engendrado una vida.

Extraña que no haya la más mínima referencia a los auxilios a un ser humano  que ha nacido en circunstancias desfavorables y físicamente graves.

 

No es un debate sobre la mujer ni sobre sus derechos, es un debate sobre el derecho a la vida de una persona,  por muchos problemas que pueda tener en esa vida.

El resto es demagogia por muy avalada que llegue, por pseudoexpertos y pseudocientíficos, cuando no por mercaderes del aborto, de los diagnósticos, de las clínicas y de los verdaderos derechos de la mujer, embarazada o no.

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