Por la boca…Los balances

Estamos en época de balances y, como no podía ser menos, ni el presidente del Gobierno ni el jefe del partido más importante de la oposición se resistieron a hablar haciendo el resumen de lo que ha sido 2010.

Cada loco –dicho sea con todo respeto- con su tema. Y así, Rodríguez Zapatero ha vuelto dónde solía o, mejor dicho, dónde suele ir últimamente: una de cal y otra de arena.

Una vez perdido el sonrojo de hablar de crisis, de tiempos difíciles, de años en los que nos va a costar ver la luz al final del túnel –otra metáfora cursi- se puso en plan estadista que, conociendo y no negando la realidad, es capaz de sacarnos del embrollo, tiene cuerda para rato y la moral intacta. Además, en plan valiente, dejó muy claro que ahora que hay que hacer bien las cosas y que hay que arrimar el hombro –otro lugar común- ahí estará él hasta el final. No dice ni cómo ni cuando será ese final, pero estará hasta que el cuerpo aguante y quiso darnos la impresión de que aguantará mucho.

La verdad es que no nos ha ofrecido nada nuevo y que todo sigue igual en su cabeza, porque lo que sigue sin decirnos es quién, cómo y por qué, nos ha metido en el callejón en el que estamos.

Rajoy ha cambiado de actitud. Rajoy ya habla en plan presidente del Gobierno con la absoluta certeza de tener las elecciones ganadas y, a partir de ahí, estuvo colaborador y magnánimo con el Gobierno y con la situación. Hace falta que todos colaboramos y él será el primero.

La actitud del uno se nos antoja precipitada. Una cosa es la posibilidad cierta de un cambio radical en la política española tras los comicios de…cuando sea, y otra muy distinta dar por ganadas unas elecciones. En año y pico pueden pasar muchas cosas, se puede cruzar algún Álvarez Cascos que otro y eso nunca se sabe como pede acabar.

Bastaría un ligerísimo repunte de las cifras de nuestra economía para que algunas de las cañas se tornaran lanzas y la diferencia no fuera tan escandalosa como nos dicen que es. Y, Artur Mas aparte o el Partido Popular gana por mayoría absoluta o las seguridades no son tan grandes.

En año y pico los balances se quedan antiguos, las personas cambian y las situaciones también.

Hubiera sido deseable que, uno y otro, en sus balances, hubieran dicho algo.

 

Pero una vez más nos hemos quedado con las ganas, como los fumadores esos que Leire Pajín quiere que delatemos. Y eso que Benidorm es lo menos parecido a Siberia.

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