Por la boca…Volver a empezar

Aunque los diputados siguen sin aparecer por el Congreso, tras la Semana Santa se ha reanudado la actividad política, eso que ahora se llama actividad política y que consiste en marear la perdiz en busca de acuerdos para ver si es posible que alguien forme gobierno y no lleguemos a otras elecciones generales antes del verano.

Es un volver a empezar sin solución de continuidad. Se empieza por donde se acababa antes de las vacaciones y para seguir haciendo lo mismo, o sea, nada. Reuniones, líneas rojas, vetos, ambiciones camufladas, intereses velados, acusaciones repetidas y poco más.

Es curioso que cuando algún político habla sobre la posibilidad de nuevas elecciones, juzga que los comicios, son un asunto horroroso por lo que de desprestigio y fracaso suponen para los propios políticos. Lo único que a muchos les preocupa no es más que su propia supervivencia, no perder el sitio, ni el prestigio, ni la credibilidad que puedan tener ante la sociedad.

A la vista de lo que está sucediendo, no parece que para los ciudadanos –aun teniendo que soportar una nueva campaña- las elecciones sean tan indeseables. Muchos, sabiendo lo que ya se sabe de unos y de otros, podrán reconsiderar su voto y decantarse por nuevas opciones que ofrezcan más garantías de estabilidad; y en cuanto al posible deterioro del concepto que esos mismos ciudadanos puedan tener de quienes nos lideran, ni ese concepto es tan alto, ni el deterioro parece que al español normal tenga que preocuparle demasiado.

Lo que si interesa a los votantes, es tener la posibilidad cierta de enterarse de lo que pasa y de lo que se cuece entre tantas declaraciones y en los bastidores de las pretendidas negociaciones, pero por mucho que quienes se presentaron como paladines de la transparencia lo digan, nos enteramos de poco y, de ese poco, la verdad no es que abunde demasiado.

Y lo peor es que, de todo este galimatías, hasta puede que salga un gobierno.