Los católicos han de dar la cara

Cuando cayó el telón de acero, todos pudimos ver las imágenes de colas frente a algunos portales de Varsovia, eran, ni más ni menos, los católicos polacos que hacían turno para confesarse en el interior de un portal donde un sacerdote se había sentado para atender a los penitentes.   Debo decir que, ante aquellas imágenes, sentí una mezcla de admiración y de envidia, no sé si sana. ¿Cuántos católicos en España estarían dispuestos a dar público testimonio de su fe confesándose en un portal? Posiblemente muchos, pero habría que verlo y tener ocasión de vivirlo.   Se cambia el sistema de financiación de la Iglesia Católica y ahora no habrá ninguna subvención directa sino que se aumenta la cifra asignada por el IRPF y esa será la única fuente de financiación de la Iglesia, con independencia de la que corresponda a las labores asistenciales que realiza.   Ha llegado el momento de que los católicos españoles se responsabilicen, con todas sus consecuencias, de sacar adelante a la Iglesia, y no sólo económicamente. Que no se queden en la famosa crucecita y, hasta el próximo año, en la siguiente declaración. La Iglesia necesita aportaciones, y no únicamente económicas, y en España los miembros de la Iglesia Católica tienen que dar la cara, arrimar el hombro y sacar adelante su parroquia, su grupo de pastoral, su asociación o su cofradía.   La situación por la que atraviesa la Iglesia en España -incluso aunque algunos eclesiásticos no quieran verlo- es, como mínimo, delicada. Son muchos los frentes a los que hay que atender y demasiados los flancos que pueden quedar desguarnecidos desde cualquier punto de vista. Quedarse sólo en la “aportación económica”, sólo en poner la crucecita en la declaración de la renta es pobre, egoísta y, desde luego, está fuera de la realidad.   Es muy posible que en España haya demasiados “católicos de Misa de 12” y sea necesario cambiar el “chip” para que se “conviertan” al catolicismo real, al que tiene que dar la cara en la calle y en los foros, y en la política, con los jóvenes y con los menos jóvenes y, sobre todo, que vayan hacia catolicismo que no piense que la Iglesia es cosa de los curas y de los obispos.

 
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