Es cosa de nombres

A la vista de las declaraciones de Felipe González y de José María Aznar, hay que concluir que, con ellos al frente de sus respectivas formaciones políticas, la grave situación actual por la que pasa España no se estaría produciendo.

Sin aludir a la categoría que como políticos tienen unos y otros es evidente que tanto González como Aznar, aportan ideas y planteamientos que están a la altura de lo que ocurre y, sobre todo, hacen un análisis la realidad muy superior al de Mariano Rajoy y al de Pedro Sánchez.

Por la misma razón habrá que pensar que sin Rajoy en el Partido Popular y sin Sánchez de jefe de los socialistas no se hubiera llegado a lo que estamos viviendo.

Se podrá argüir que para Aznar y para González es muy fácil opinar ahora que ven los toros desde la barrera, pero lo cierto es que su posición en esa barrera no es de simples espectadores y sus opiniones tienen un alto valor fuera y dentro de sus partidos.

Si se mira para atrás tampoco la relación entre José María Aznar y Felipe González fue un idilio de amor, pero ambos sabían que por encima de ellos, de sus partidos y hasta de sus ideas, había cosas más importantes, cosas que ahora están en juego y que quizás no lo estarían de haber estado ambos en primera fila.

La visceralidad en la que se mueven las relaciones –incluso personales- de Pedro Sánchez y de Mariano Rajoy está a la vista, se evidencia a cada momento y no viene solamente desde el debate de los insultos. Nunca se han entendido y sus encuentros siempre han ido a remolque de los acontecimientos.

Al final, el problema va a ser cosa de nombres y alguien en el PSOE y alguien en el Partido Popular debería tomar cartas en el asunto y pensar en soluciones que, no necesariamente, tienen que pasar por los actuales candidatos.

 
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