Cosas de casa

Cuando ayer despegó el último avión con el último mandatario de la OTAN, las cosas de casa han vuelto dónde solían -aunque nunca se habían ido- y cuando Sánchez ha atravesado el umbral de La Moncloa, en busca del descanso del guerrero, se le han venido encima esas cosas de las que él no tiene la menor responsabilidad pero que -pese a Simancas- están de permanente actualidad.

En  aquella divertidísima serie “Cosas de casa”, el protagonista Steve Urkel, aquel jovencito despistadísimo, e inveterado metepatas, que todo lo ponía del revés, siempre tenía la misma frase tras alguno de sus desaguisados: ¿He sido yo?

Sánchez ha mejorado al susodicho Urkel y no tiene el menor rubor en afirmar rotundo: “Yo no he sido”.

Sánchez tiene perfectamente localizados a los responsables del tremendo desaguisado en el que se ha convertido España desde que él llegó a La Moncloa. Los culpables son y han sido el coronavirus, los saharauis, los marroquíes, los subsaharianos, Putin, Ucrania, Franco, Ayuso, la oposición, las petroleras, las eléctricas y hasta los incendios de Zamora…que ya es mala pata.

Cuando ayer despegó el último avión con el último mandatario de la OTAN, las cosas de casa han vuelto dónde solían -aunque nunca se habían ido- y cuando Sánchez ha atravesado el umbral de La Moncloa, en busca del descanso del guerrero, se le han venido encima esas cosas de las que él no tiene la menor responsabilidad pero que -pese a Simancas- están de permanente actualidad.

Porque, aun suponiendo que Biden se haya enterado de dónde están Ceuta y Melilla, lo único que España ha sacado de la cumbre de la OTAN, aparte de la matrícula de honor en relaciones públicas, han sido las tan mendigadas fotos (es de suponer que dedicadas), las palmadas gomosas, las felicitaciones por lo bien que estaban colocados los cubiertos en las cenas, los parabienes por los museos y la admiración por los uniformes de gala.

Y además, en vez de dos huevos duros, dos nuevos destructores para Rota que, tras el tremendo sofoco de las ministras comunistas (que huyen de las fotos “otánicas” como Calviño de las fotos machistas) servirán para que Putin, en caso de necesidad, pueda afinar mejor la puntería.

Y la inflación, a pesar de la OTAN, y de las fotos con Las Meninas, sigue subiendo y los españoles se empobrecen, y Sánchez no se atreve a tratarlos como adultos y a decirles las verdades sobre la realidad de la situación, que ya circulan libremente en países como Alemania, donde los ciudadanos se preparan sin alarmismos pero con seriedad para el invierno que les espera y que nos espera a todos.

Y mientras se subía a la nube de la OTAN, Sánchez ha aprovechado para colar de rondón, la ley “trans” de Montero, las invasiones de INDRA y del INE, los conatos de nombramientos de jueces y el acuerdo con Bildu para investigar lo que se hizo en tiempo de González con los terroristas de la ETA.

 

La carcajada: Dice Tezanos,  refiriéndose a su trabajo en el CIS: “Los que intentamos ser científicos en esta materia, no hacemos previsiones sobre el futuro electoral”

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