Y dale la manía de castigar y de prohibir

Una de las tácticas más usadas es la machaconería de un asunto e incluso de una posibilidad, hasta que la gente se acostumbra y cuando esa posibilidad se convierte en realidad todos, incluidos los que son contrarios al hecho, pueden decir aquello de “estaba cantado”, “se venía venir”…

Si Serrat le reconvenía a un niño para que dejara de j…..  con la pelota, los españoles deberían decir a Sánchez y a sus corifeos, ministros y asesores múltiples del ala socialista o de la parte comunista de la coalición, que dejaran de j….  con las prohibiciones y las amenazas de castigos en todo, pero muy concretamente en lo que se refiere al mundo de la información y de los medios.

Una de las tácticas más usadas es la machaconería de un asunto e incluso de una posibilidad, hasta que la gente se acostumbra y cuando esa posibilidad se convierte en realidad todos, incluidos los que son contrarios al hecho, pueden decir aquello de “estaba cantado, se venía venir”…

Pasa cada día con asuntos que -por más que estén pendientes de su calificación en el Tribunal Constitucional- ya han tomado carta de naturaleza en la sociedad y es muy difícil cualquier tipo de marcha atrás.

Ocurre con el aborto, con las leyes sobre la educación, sobre los ataques a la familia, todas las cuestiones relacionadas con el sexo y el feminismo y las leyes disparatadas e incluso algunos nombramientos. Y se llevan la palma las amenazas para los medios que informen con sensacionalismo de todo lo referente a la violencia machista.

Todo está tan manoseado, comentado y destripado previamente que, cuando llega, nadie se extraña.

El machaqueo constante contra la libertad de información, los medios independientes y los periodistas que luchan por trabajar en libertad, es uno de los más llamativos. Un día sí y otro también, se anuncian posibles iniciativas. Será la idea de castigar a los medios que no “respeten” los parámetros de género establecidos y surge la idea de un comité para analizar las noticias y las ruedas de prensa sin preguntas y las denuncias por injurias que nunca se sustancian y las amenazas de cierre y las coacciones más o menos, más bien menos, solapadas y los intentos de silenciar voces y de ahogar firmas no afines.

Todo eso -que es de uso corriente en cualquier dictadura- se está imponiendo en España por la vía del machaqueo y, si las urnas no lo remedian, no tardará mucho en ser una realidad a la que nos habremos acostumbrado incluso antes de su existencia formal.

Una muestra más de la escasez democrática en la que Sánchez y su coalición socialcomunista está sumiendo a la sociedad española es que se está acostumbrado a acostumbrase o, por mejor decir a que la acostumbren.

 

La carcajada: Montero (la de turismo en Nueva York) propone “crear un mecanismo que formalmente invite a corregir o castigar a los medios que incurran en estereotipos de género”.

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