Las “tres españas”

Ya desde Machado se habla de las “dos españas". Ahora es una frase muy de moda para escenificar -también está muy de moda lo de escenificación- la división que se está operando en ámbitos decisivos de la vida social y política. “Dos españas" que se ponen de manifiesto en la calle, en las Cortes Generales -Congreso y Senado-, en tertulias de café, en medios de comunicación y hasta en ámbitos empresariales. Dos "españas" que se plantean en términos clásicos de derecha e izquierda pero que en esos planos de incidencia van mucho más allá. La realidad es otra. Se puede hablar sin temor a equivocarse de “tres españas": esas dos en las que pululan políticos, medios más o menos interesados, empresarios con sus cuentas de resultados a cuestas y advenedizos de toda índole, y la tercera que es la real, la de los ciudadanos que ven muy de lejos esa pelea de las “dos españas", a los que les quedan muy a trasmano las polémicas estatutarias, constitucionales y hasta ideológicas de andar por casa. Son los ciudadanos a los que les importan las ideas madre de su vida: sus creencias, su familia, su trabajo, su vivienda, la educación de sus hijos, su economía y sus ratos de diversión y de ocio. El resto es puro invento de quienes viven de esas polémicas y de crearlas donde no las hay. Esa es la realidad, y quien no quiera verla solamente tiene que asomarse a las manifestaciones que proliferan en nuestras calles. Ayer fueron los valencianos que quieren seguir siéndolo; otro día los que no quieren oír hablar de separatismos ni de naciones; mañana serán los padres de familia que -lejos de toda polémica política o ideológica- sólo quieren poder educar a sus hijos como les parezca mejor. Esa es la verdadera España y a esa realidad es a la que deberían mirar los políticos. Son los mineros o los pescadores o los camioneros; las familias que no llegan a final de mes o los jóvenes que no encuentran un piso asequible a sus posibilidades. Quienes los manipulan y los utilizan para escenificar esas “dos españas" harían bien en escuchar esas voces y se darían cuenta de lo lejos que están de la tercera España que, además, es la real. La realidad de la España que quiere ser libre, que quiere ser alguien en el mundo internacional, que no quiere verse colonizada, que quiere vivir en paz, que quiere tener trabajo, que quiere que la familia tenga la importancia que debe de tener y que quiere, de una vez por todas, que sus políticos se encarguen de gobernar y de administrar en vez de inventarse problemas para luego vivir de solucionarlos.

 
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