Las fotos de Llamazares

Lo que ha ocurrido en las últimas semanas con las fotos de Gaspar Llamazares es uno de los episodios más bochornosos y repudiables de los muchos, nos enteremos o no, que protagonizan los servicios de inteligencia en todos los países. Es igual que la culpa sea de la CIA o del FBI. Es absolutamente intolerable que se use la imagen de una persona para reproducir la supuesta imagen de Bin Laden o de cualquier otro terrorista afeitado o no.

Toda persona tiene derecho a que su imagen sea respetada y sobre todo que no sea utilizada en asuntos tan vidriosos como la supuesta imagen de un terrorista de los más buscados del mundo, pero cuando esa persona tiene una trayectoria pública, como es el caso del político español, el asunto constituye un hecho gravísimo.

Naturalmente Llamazares se ha defendido y ha elevado las protestas pertinentes, pero por muy político y diputado que se sea, esas reivindicaciones tienen sus limitaciones y, es en esas circunstancias cuando el gobierno español debe de poner toda la carne en el asador de las gestiones diplomáticas al máximo nivel.

Parece que el ministerio español de Asuntos Exteriores ha tomado, o va a tomar, cartas en el asunto, pero hay que esperar que el ministerio de Moratinos no se quede esta vez en un planteamiento puramente teórico de manual diplomático.

En la CIA o en el FBI tiene que haber responsables del desaguisado y es más que probable que puedan exigirse responsabilidades más allá de la pura doctrina diplomática, Los Estados Unidos tienen que dar explicaciones y explicaciones satisfactorias.

También hay bromas, hay frivolidad en el tratamiento de algunos medios. No es oportuno. Sin dramatizar y sin exagerar, lo que ha pasado es grave. No tiene por qué haber consecuencias que perjudiquen a Gaspar Llamazares ni a su entorno, pero hay cosas -los terroristas y el terrorismo entre ellas- con las que es mejor no jugar y actuar con rapidez, contundencia y seriedad.

 
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