Del gobierno impecable de Alegría al gobierno fracasado de Sánchez

Sánchez, que está a todas con su patología alérgica a Madrid y a Ayuso, enfatiza una y otra vez que “llegamos al Gobierno para acabar con la corrupción”. Pues evidentemente ha fracasado.

A falta de corrientes internas, siempre que los socialistas tienen alguna crisis se aprecian diferencias que, dentro de la uniformidad que Sánchez impone, muestran formas distintas, aunque el fondo, ese que consiste en no perder el sillón, sea siempre el mismo.

Socialistas tipo Alegría y Bolaños que son los “pata negra” del insulto  y de la supuesta rotundidad y de la puesta en marcha de los habituales argumentos, expuestos con más o menos rabia. Esta vez ha tocado el asco y la indignación.

Otros van por la vía del despiste y con cara de “idos”, con lo que se ahorran los razonamientos Es el caso de Cerdán, que incluso da pena a Ábalos que hace causa común con el “presentador” de Koldo.

Están los que no quieren saber nada pero tienen que mantener el tipo y la fachenda del personaje, y van y vienen sin saber de dónde vienen ni a dónde van. Tal es Puente que va sin solución de continuidad del macarrismo al macartismo, aunque no tenga ni idea de quien fue McCarthy.

Los más, en el Gobierno y en Ferraz, hacen como que pasaban por allí y mientras, escudados en el ruido, hacen su labor de cargarse la familia o los museos madrileños. son la mayoría, representada por los Cuerpo, los Bustinduy y hasta los Escrivá.

Los que se sitúan por encima del bien y del mal y, como saben “lo que yo haría”, pontifican desde la poltrona forrada con los papeles de los ERE de Andalucía, como Montero. (La otra vicepresidenta está en USA con los algoritmos colgando).

Lio dialéctico habitual en López (pero Pedro ¿tú sabes lo que es una nación?) que va por caminos insospechados de frases peripatéticas y anfibológicas, naturalmente acordes con su nivel de ex lehendakari. Y el mismo enredo de palabras tiene Illa que, entre el catalán y el español, no es que no se le entienda lo que dice, sino que apenas dice nada, no sea que se moleste Puigdemont y tenga una desgracia (Illa, por supuesto).

Y aunque fuera del cuadro, Ábalos pasea sus penas, porque es inocente y sabe lo que es un apestado político y defiende su honor, por platós y estudios de radio, sin perrito que le ladre, porque hasta el guardián le han quitado. Y hay quien dice que no va al escaño, vecino de Belarra, porque la tiene miedo, sobre todo desde que dijo que no tiene secretaria en vez de decir secretario o “secretarie”.

 

 Y los Armengol y Torres, periféricos y rescatados por Sánchez de la soledad de sus islas tras perder las elecciones y que huyen del pringue de Koldo entre ascos y silencios ominosos.

Y Sánchez… que está a todas mientras busca alivios para su patológica alergia a Madrid y a Ayuso

Enfatiza Sánchez una y otra vez que “llegamos al Gobierno para acabar con la corrupción”. Pues evidentemente ha fracasado.

Sánchez, impecable según Alegría, todo lo ha hecho bien. La gestión modélica de la pandemia, llevar a España al primer puesto del bienestar económico, conseguir las cifras más bajas de paro en el mundo entero, llevar a España a la más fructífera etapa de crecimiento, al momento de más y mejor entendimiento entre los españoles, conseguir el mayor y más profundo respeto por la separación de poderes, lograr el máximo prestigio de la justicia y de los jueces, preservar el prestigio de instituciones como la Fiscalía, el Tribunal Constitucional, el CIS o alcanzar mejor entendimiento, la mayor solidaridad y colaboración entre las Autonomías. Si Sánchez lo dice, por supuesto, todo será verdad.

Y verdad será, porque Sánchez lo dice que, si llegó al poder para acabar con la corrupción, Sánchez ha fracasado de la forma más espectacular.

De  Canarias a Baleares, de la marisquería “La Chalana” a la mascarada de las mascarillas y a las comisiones, no de investigación, sino de las de poner la mano abierta en actitud pordiosera -que se decía en “La venganza de Don Mendo”- todo es un fracaso en Sánchez.

Lástima que la traición de quienes él colocó y enchufó, la haya privado de una gestión impecable en su globalidad.

Si hay que creerle -y a Sánchez siempre hay que creerle- el fracaso está consumado.

La carcajada: Que Ábalos esté sin secretaria y sin coche, tiene a mi portero en un sin vivir y eso que mi portero dice que tampoco él tiene secretaria ni coche pagado por la comunidad de vecinos.

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