Leyes aberrantes del Gobierno y un documento coherente de la Conferencia Episcopal

Asamblea de la Conferencia Episcopal.
Asamblea de la Conferencia Episcopal.

Un documento que, por lo que se refiere al contenido, es claro, contundente y sobre todo valiente. Afirmaciones y puntualizaciones que “cogen el toro por los cuernos” y no rehúyen la autocrítica ni la obligación que atañe a los pastores de la Iglesia de difundir la doctrina, por supuesto a los católicos y al conjunto de la sociedad, reciba ésta como reciba sus aseveraciones.

Transcurren meses de controversias, críticas y discusiones provocadas por las vigentes leyes, aberrantes como las del “sí es sí”, el aborto y la “trans”. La penosa actualidad de estas leyes, la responsabilidad de sus redactores -léase Montero (la de turismo en Nueva York), la de quienes las aprueban en el Congreso –léase diputados culiparlantes- y la de quien es el verdadero responsable –léase Sánchez- hace que otros documentos que han visto la luz casi simultáneamente no estén teniendo la difusión necesaria y no gocen de la atención y el análisis que merecen.

Acaba de publicarse un importantísimo documento, que la Asamblea de la Conferencia Episcopal aprobó en noviembre de 2022, titulado El Dios fiel mantiene su alianza y que los obispos califican como “un instrumento de trabajo pastoral sobre persona, familia y sociedad”.

Lo primero que hay que dejar meridianamente claro -ante posibles descalificaciones y con independencia de otras consideraciones- es que la Conferencia Episcopal -en aras de la libertad individual de los obispos y de su propia libertad colectiva- tiene el mismo derecho que cualquier otra institución, para emitir y fijar ante la opinión publica sus reflexiones, pareceres e ideas, sean las que sean, sobre la situación actual de la sociedad española, la legislación y las normas que emanan de los poderes públicos y que inciden directamente sobre la vidas y el discurrir de los ciudadanos.

Se trata de un documento perfectamente estructurado que se ocupa de asuntos candentes y que están en el centro del debate sociopolítico de la España actual.

Un documento que, por lo que se refiere al contenido, es claro, contundente y sobre todo valiente. Afirmaciones y puntualizaciones que “cogen el toro por los cuernos” y no rehúyen la autocrítica ni la obligación que atañe a los pastores de la Iglesia de difundir la doctrina, por supuesto a los católicos y al conjunto de la sociedad, reciba ésta cómo reciba sus aseveraciones.

El bien común, en consonancia con la doctrina tomista, constituye la columna vertebral del documento.

Según Santo Tomás, como queda reflejado en sus “conversaciones” con Aristóteles, para que emerja el bien común se requieren tres condiciones:

-Que la economía genere las condiciones materiales que permitan a los ciudadanos cubrir las necesidades básicas para vivir con dignidad.

 

-Que el derecho garantice la justicia y, por tanto, la paz.

-Que los gobernantes instauren y mantengan las condiciones que permitan a los ciudadanos vivir una vida buena.

Junto al bien común, la familia protagoniza las líneas maestras del documento de los obispos y, desde una perspectiva sociológica, se analizan aspectos como la inserción social de la persona, el ambiente en el que  se desenvuelve, el valor que tiene para la sociedad y, por supuesto, el valor del matrimonio y la centralidad de la paternidad y la maternidad.

Persona, familia y matrimonio que son  los grandes damnificados de unas leyes aberrantes que llevan a la ruptura amor/sexo/ matrimonio/procreación y de las que se derivan consecuencias muy graves para la vida social, tales como la crisis demográfica, el individualismo o la soledad.

Causa evidente de esa nada deseable situación, es el balance negativo de, entre otras, las leyes del divorcio, el aborto, la eutanasia o el “matrimonio igualitario”, el resultado nefasto de la ley del “sí es sí” y el no menos catastrófico que se prevé con la ley “trans”.

No se pueden olvidar las causas económicas y laborales que desencadena esa legislación y que, con toda evidencia, aquejan a la sociedad española y la deterioran.

En el capítulo de las causas, la Conferencia Episcopal con toda sinceridad y valentía, señala lo que denomina “carencias eclesiales” que favorecen el proceso social de deterioro y que se concretan en la “secularización interna”, carencias en la iniciación cristiana, en la educación y formación afectivo-sexual y en la propuesta de la verdad sobre el matrimonio cristiano. En este sentido es muy significativa la alusión explicita a la falta de compromiso público de los católicos.

Finaliza el documento con una propuesta de acciones que parten del reconocimiento valiente de “nuestras omisiones más graves” y que se sustancia en discernir el significado del bien común, para la persona, la familia y la sociedad y cristaliza en acciones, que se califican de urgentes, para promover ese bien común.

Un documento en positivo, alejado de planteamientos pseudoreligiosos y de moralinas estériles, que huye de controversias y de disculpas, de acusaciones gratuitas y que no da la espalda a los errores propios por  acción o por omisión. 

Una actitud que se echa en falta de forma clamorosa en otras instituciones públicas y privadas de la sociedad española, y muy llamativamente en el ámbito de la política.

La carcajada: Dice Lambán: “Últimamente el ministro de Consumo, Garzón, no hace nada”

Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato