La mordida

Si no lo es, lo parece. Si no es un chantaje, suena a coacción. Si no es una necesidad perentoria de hacer caja, hay que explicarlo muy bien para que lo entendamos. 

Que la Dirección General de Tráfico está haciendo una gran labor en la prevención de accidentes y que las cifras de muertos en carretera han disminuido de forma impresionante en los últimos años es innegable, pero ahí –es muchísimo cuando se trata de vidas humanas- acaba la buena gestión. 

Las imprevisiones siguen estando a la orden del día. Las congestiones de entradas y salidas de puentes y vacaciones en las grandes ciudades, son el pan nuestro de todas esas jornadas. La mala señalización o las señales deficientes que despistan más que ayudan son el caldo de cultivo en muchas de nuestras carreteras, y la persecución, fundamentalmente económica, de la que son objeto los automovilistas es una de las peculiaridades de nuestro sistema viario. 

Se anuncian nuevas modalidades en cuanto a las sanciones se refieren. Modalidades que se resumen en paga, y además cuanto antes. Paga con grandes descuentos de hasta el cincuenta por ciento. Paga sin rechistar o sin recurrir, que es lo mismo, paga de forma inmediata y tendrás un descuento ‘cuasi’ comercial por pronto-pago y paga con toda clase de comodidades, incluso con tarjeta de crédito. 

Los agentes –otrora llamados autoridad competente-, cual cajeras de supermercado con casco y moto, sacarán del bolsillo el terminal para ‘pasar la tarjeta’ y aquí paz y después gloria. Todo cómodamente y sin burocracias inútiles. Una delicia. 

Suena y huele a afán de recaudar como sea. Huele y suena a falta de líquido para -¡vaya usted a saber!- gasolina para las motos, repuestos para los coches o la puesta a punto de los radares volantes. 

Y si no lo es, huele y suena demasiado a ’mordida’ tercermundista. Si no lo es, lo parece y, a estas alturas, son muchos los que se preguntan por qué puestos a ‘morder’ no se hace como Dios manda y sin tarjeta y sin recibos y hasta sin sanción. Usted, además de la tarjeta de crédito en la boca, lleva en la mano los billetes y todo se podría arreglar en un ‘pis- pas’ y sin papeleos engorrosos.

 
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