De my friend a mon ami

Aunque se lo dijo en castellano, hemos pasado del holamigoquetal de Bush a la amistad más estrecha con monamisarkosí. Tan estrecha que hasta nos deja sus muebles. Es como aquellas habitaciones que se alquilaban en la postguerra –esa que, de momento, no dejan desenterrar a Garzón- con derecho a cocina. Rodríguez Zapatero va a ir a la cumbre económica con derecho a silla.

Recita Leire Pajín – esta señora más que hablar recita- que los que salen ganando son todos y cada uno de los países del mundo, que no se podían permitir el lujo de que el presidente español no les ilustrara con sus conocimientos económicos. El es el salvador de la humanidad, al menos en su parte económica, y el que de verdad tiene iniciativas e ideas para que la crisis se quede en nada. Y es que un par de tardes dedicadas a la economía dan para mucho.

Porque los políticos cada vez le echan más sentido del humor. Aunque con esas bravatas de erigirse en adalid del cambio de la economía mundial hay que tener mucho cuidado porque siempre llega alguien con la guitarra y sacude un guitarrazo.

Carla Bruni no está por la labor de pasarse en ingeniosidades y se ha puesto de manos contra su presidente natural, que es Silvio Berlusconi, por un quítame allá ese bronceado. No estuvo fino el italiano y la italiana ha reivindicado de forma airada su actual pertenencia a la patria de monamisarkosí.

El caso es que Zapatero estará en la cumbre del G-20 y, para no tener más sobresaltos, va a intentar reformar eso de las ges y de los números. De todas formas, como maifriendllors ya se está marchando y llega maifriendbarak, las cosas -para lo de la silla- van a estar más fáciles.

Tienen muchos puntos en común Zapatero y Obama: les encanta el mismo escritor y tienen dos hijas –cada uno, se entiende- y eso une mucho.

Antes de la llamada de Obama a Rodríguez Zapatero para agradecerle su felicitación, la Casa Blanca filtró una frase que puede dar mucho que pensar: ‘No tenemos un problema con España, en general’. Sensu contrario, quiere decirse que lo tienen con alguien, en particular. Es evidente que queda mucho trabajo por hacer y ver desfilar muchas banderas.

Pero dejando a un lado el sentido del humor, tipo Berlusconi, hay que prepararse y una vez pasada la euforia, tener muy en cuenta que Barak Obama es el presidente de los Estados Unidos de América y que su única función es velar por los intereses de los Estados Unidos de América y que no dará un solo paso sin estar seguro de que ese paso beneficia a los Estados Unidos de América.

Quienes piensen que, acabada la era Bush, la era Obama nos va a ser favorable porque sí, estarán comenzando a equivocarse de forma rotunda. Las relaciones internacionales se basan en un juego de intereses, en un tira y afloja en el que cada país va a lo suyo, que casi nunca es lo de los otros. Si hay puntos en común, bienvenidos sean, pero que no se hagan cuentas de la lechera pensando que Obama va a ser el gran valedor de España o –para ser más precisos- de la España de Rodríguez Zapatero.

 

Ni el Partido Socialista Obrero Español es el Partido Demócrata americano ni una pretendida izquierda estadounidense tiene nada que ver con la izquierda española. Habrá, qué duda cabe, encuentros y objetivos comunes, pero también menudearán los desencuentros y los objetivos dispares. Y ahí es donde la diplomacia española deberá defender, en solitario, los intereses españoles.

Cada uno en su casa y Dios –con perdón de Llamazares- en la de todos.

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