En pildoritas

El aceite de ricino ya no es malo de tomar Se administra en pildoritas Y el efecto es siempre igual.   Esto es lo que decía Don Hilarión, el boticario de “La verbena de la Paloma”,  y lo que parece que dicen los políticos de algunos partidos que han decidido colocarnos el “aceite de ricino de ETA”, en pildoritas.   Un día será el acercamiento de los presos; otro, la anexión de Navarra; otro la posible amnistía; otro la chulería de Otegi en la Audiencia Nacional; otro la entrega o no entrega de las armas. Y todo ello envuelto en el papel de celofán de una paz hipotética a la que nadie puede renunciar. Pildoritas.   Es muy curioso que cuando están llegando cartas de extorsión y chantaje a los empresarios navarros, la única discusión pública en torno al hecho es saber cuándo fueron enviadas las cartas. Si fueron remitidas antes del alto el fuego o después de la declaración de ETA. Según algunos es distinto. Si fue antes no pasa nada, si fue después hay que replantearse no se sabe muy bien qué. Pildoritas.   Dice Blanco que la gente puede cambiar de conducta y arrepentirse de su pasado. Pildoritas. Se habla de la legalización de Batasuna y de que se va a presentar a las elecciones y el problema es saber cuántos escaños arañarán los abertzales de ETA al Partido Nacionalista Vasco. Pildoritas.   Se niega que se estén haciendo las cosas de una determinada manera que favorece a los terroristas, pero al mismo tiempo se nos endosa la píldora de que “en caso de que se estuviera haciendo” sería normal. Lo que hace unos años se negaba por imposible ahora se reputa como el camino de la paz. Pildoritas.   Según el Presidente del Gobierno lo importante no es tener armas sino usarlas o no usarlas. Dice que se lo ha dicho Blair. Según esa teoría ya no se exigirá a los terroristas la entrega de las armas, con que digan que no las van a usar será bastante.   Estamos asistiendo a una de los operaciones de formación de la opinión pública más importantes de los últimos años y parece que el Partido Popular o no se entera o no sabe cómo contrarrestar esa operación.   Es evidente que se trata de “acostumbrar” a los ciudadanos a un catálogo de palabras, a una serie de acciones para que cuando lleguen a ser una realidad, la píldora ya está digerida por la opinión pública y –lo que es más grave- se intenta poner a quienes no estén de acuerdo con esas acciones, entre la espada y la pared.   Llegará un momento que oponerse a esas acciones será -ante esa opinión que se está formando- un planteamiento antisistema, una postura de cerrazón, una opinión troglodita que quiere impedir que se llegue a la paz con ETA.   Ese es precisamente el callejón sin salida en el que el PSOE está metiendo al PP. En las negociaciones o en las consecuencias de esas negociaciones al Partido Popular le queda muy poca capacidad de maniobra. Si no dice, malo, si dice, peor.   Todo encaja en la política del Partido Socialista y en los planes de Rodríguez Zapatero, incluido el nombramiento de los ministros de Defensa y de Interior. Todo se pone al servicio de una determinada política que se está administrando a los españoles en pildoritas y el efecto es el mismo.

 
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