La política española sale del túnel del tiempo, mientras los políticos se hacen “luz de gas” entre ellos

El que haya leído la reseña de las sesiones de esta semana en el Congreso de los Diputados, podría pensar, con toda razón, que la historia española había retrocedido varios años y entrado en el túnel del tiempo en aquellos del Gobierno de Felipe González que acabaron con Rafael Vera –entre otros- en la cárcel, de la que por cierto ya ha salido.   No es que nuestra clase política tropiece una y otra vez en la misma piedra es que parece que le pasa lo que al Real Madrid que, tras años de no dar una a derechas, ni en el césped ni en los despachos parece posible enderezar el rumbo.   Cambian los nombres en la cúpulas de los partidos –en algunos- pero no cambian las formas y lo, que es peor, tampoco el fondo y Los apuñaladores  se puede convertir en un best seller.   Acusaciones de mentir, imputaciones de ocultar, reproches por esas acusaciones, enfados por esas imputaciones, informes que se pierden, según unos, pero que no han existido según otros, aviones que no despegan porque Senegal nos da con la puerta en las narices, cumbres de no alineados en la que se alinean nuestros diplomáticos, líderes que se ausentan de importantes debates para preparar “encerronas” mediáticas en forma de entrevistas.   Y a todo esto Capello pidiendo tiempo y el Barça y el Sevilla arrasando.   En Cataluña no escampa. Es el diluvio en forma “maragalliana”. Este hombre lleva una temporada –que coincide con su desaparición de la escena política- que se está poniendo el mundo por montera y eso en una región, en la que algunos ponen en tela de juicio la Fiesta Nacional es como una provocación. Y siguiendo con el símil taurino va a dejar a Montilla, de cara a las elecciones a la Genaralitat, para el arrastre. Dice el todavía President que las elecciones las ganarán los buenos. El que tenga oídos para oír, que oiga.   Posiblemente gane Artur Mas. Al menos Piqué no aspira a la mano de Doña Leonor y se conforma con echar una mano a Convergencia i Unió: Si Artur Mas no pacta con el Partido Popular, nunca será Presidente de la Generalitat. Pues como eslogan para la campaña del PP en Cataluña no está mal. Y es que si en Cataluña, todas las juventudes socialistas son rubianes, allí puede pasar cualquier cosa y hasta se llegaría a otro tripartito que no le vendría mal a Rodríguez Zapatero porque, según dicen en Ferraz, “hace falta un Mas débil para la negociación del poder en Madrid”.   Lo de la debilidad es según el color de las ventanas de las sedes de los partidos. Por ejemplo: son muchos en Génova los que se están preguntando a qué vino que Mariano Rajoy aceptara la “encerrona” de Cuatro y se fuera del Congreso en pleno debate para preparar una entrevista en la que fue alanceado por el periodista que le entrevistaba. No se trata de que nadie en Génova –aunque todo pudiera ser- cuestione el liderazgo de Mariano Rajoy, lo que está ocurriendo es que, en muchos sectores del Partido Popular, sí se pone en tela de juicio la forma en la que se está haciendo oposición.   Y para hacer oposición no faltan motivos, porque los flancos del Partido Socialista cada vez son más, y más débiles. La negociación con ETA se pudre a ojos vistas y va a ser muy difícil que, a estas alturas y pase lo que pase, el Gobierno salga bien parado de ella. No es fácil negociar con la banda de terroristas, pero se ponen demasiados obstáculos en el camino y el primero de ellos es la obsesión por negar la evidencia. Y luego sale Julen Madariaga diciendo que la negociación viene de lejos y hay que desmentirle.   Para el Partido Socialista es cada vez más enrevesado en el País Vasco nadar y guardar la ropa, porque en cuanto se descuidan algún correligionario les quita la ropa y los deja como su madre les trajo al mundo. Llega Odón Elorza, el melifluo alcalde de Donosti, y va y dice a propósito de la kale borroka y de la quema de un autobús que hay que analizar si el motor, la maquinaria y los ejes han sufrido graves desperfectos o pueden salvarse antes de dar una valoración sobre el coste del atentado. Una declaración que la coge un “versolari” y se lleva la flor natural del certamen.   Es que no paran y así está la pobre María Teresa Fernández de la Vega que cada vez que ve que un ministro va a abrir la boca se lleva un sofocón y no le queda resuello para enfrentarse con energía a Zaplana y no consentirle que le llame mentirosa. Porque cuando la Vicepresidenta intenta arreglar las cosas con los canarios llega la Ministra de Cultura y recomienda al Consejo Canario de Educación que prepare la programación cultural del 2008 centrada en el diálogo entre culturas y religiones y es que esta Carmen Calvo está en todo y no se le escapa ni una.   Y a todo esto Rodríguez Zapatero es como Doris Day –con perdón- en esas películas de “amor y lujo” que hacía con Rock Hudson, siempre sonriente, siempre maquillada, siempre perfectamente peinada, aunque estuviera recién levantada de la cama. Pues el Presidente del Gobierno igual, siempre sonriente, recién afeitado y oliendo a “after shave” aunque acabe de levantarse de un revolcón en el Congreso, en Alemania o aunque se le haya enquistado una OPA cualquiera o se vaya de “no alineado” a Cuba, él siempre esperando un final feliz, incluso si Maragall le quiere regalar un ejemplar de Los apuñaladores. Y además dedicado.

 
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