Políticos listos, tontos y “listillos”

Todos bailan y hacen el oso al son del pandero que maneja Sánchez, y su mérito es evidente a pesar de que los medios no puedan ser más deleznables.

No hacía falta ser profeta. Bastaba con analizar la gestión de Sánchez, de Illa o de Simón durante el confinamiento y sobraba con ver las improvisaciones en lo que se llamó la desescalada, para concluir que la vuelta a la normalidad –nueva, vieja o hetero- además de ser otra mentira de Sánchez, iba a ser un desastre.

El “ahora a consumir” de Sánchez (que, por cierto, se parece demasiado a aquel nefasto “ahora a colocaros” de Tierno) tenía todos los visos de un “ahí os quedáis, que esto se está poniendo feo”.

Sánchez era el primero en saber que el desastre estaba cantado. Por eso se apresuró a ceder poderes a las autonomías a la espera de acontecimientos que no han tardado en producirse.

Tenía sus razones. Sus objetivos, perfectamente definidos, pasaban por dejar en evidencia la idoneidad de los gobiernos autonómicos y preparar el terreno para, si era necesario, volver a una etapa dictatorial camuflada de estado de alarma.

El primer objetivo se escenificó en la Puerta del Sol con Ayuso de comparsa y el segundo permanece latente a la espera de los acontecimientos que depare la negociación de los presupuestos, en la que se juega La Moncloa, aunque esta vez la comparsa sea Arrimadas.

Todos hacen el oso y bailan al son del pandero que toca Sánchez, y su mérito es evidente a pesar de que los medios no puedan ser más deleznables.

Arrimadas es el fantasma que agita ante separatistas, nacionalistas y proetarras para que sepan que puede aprobar los presupuestos sin su ayuda.

Los proetarras, que se afanan por el blanqueo de biografías, son el “coco” de los nacionalistas del PNV que no pueden quedarse atrás con vistas a su clientela.

 

Esquerra y lo que sea eso que organiza Puigdemont (que no Torra), están presos de sus expectativas electorales, de una hipotética mesa de negociación, de un referéndum y hasta de una salida de la cárcel por reforma del Código Penal o por indulto.

Y hasta los comunistas de Podemos están amarrados, aunque con cordones de oro, a las poltronas ministeriales que por nada del mundo van a soltar sus dirigentes.

Con todo eso juega Sánchez. A todos torea Sánchez y lo hace ante una oposición, con el Partido Popular, inane y somnoliento, a la cabeza que, con esto de la distancia obligada, se sienta en los tendidos demasiado alejados unos de otros.

Lo que nunca se sabrá es si Sánchez es muy listo, los demás son muy tontos o todos los políticos son unos “listillos”.

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