Los salvadores

Parece que va a ser el mensaje de campaña de Podemos, de Izquierda Unida y del Partido Socialista: Hay que salvar a España  -lo que queda- y son ellos los llamados a realizar el salvamento.

Algo hemos ganado, porque en la campaña anterior,   el 'leiv motiv', era la defenestración de Rajoy y ahora, ya sabemos el por qué, y el por qué, según Garzón es el naufragio y hay que acudir al salvavidas y ese salvavidas no es otro que Izquierda Unida.

Y lo mismo nos cuentan Susana Díaz y Antonio Hernando que  no ven más solución al caos que vivimos, que eso que llaman un gobierno de cambio y de progreso. Y hasta Fernández Vara afirma que se comerán con patatas a Mariano Rajoy,  mientras un emocionado Pedo Sánchez se siente honrado por ser el candidato del partido 'más importante de España'.

Y no se queda atrás Podemos que,  por boca de Pablo Echenique, quiere  defender 'el presente y el futuro,  nuestro trabajo y nuestros derechos.

Como programa no está mal y ahí están los votos obtenidos por las tres formaciones de izquierdas en las recientes elecciones.

Hasta aquí todo normal y lógico y son normales y lógicos los pactos y las coaliciones entre ellos. Pero cuando nos dicen que el problema para ponerse de acuerdo no son las sillas ni los escaños, pero hacen números y ofrecen algo que tuvieron y que no se sabe si volverán a tener, la cosa se pone 'chunga'  sobre todo a la hora de medir  la credibilidad.

Se autoproclaman salvadores y se califican de generosos. Pues ni una cosa ni la otra. Los 'salvapatrias' siempre son preocupantes por el tufillo dictatorial que despiden y, en política, las generosidades, si es que existen, tampoco son de fiar.

La situación es muy parecida a la del montañero despeñado y colgado de una rama con  un precipicio a sus pies que, al oír una voz extraña que le aconsejaba dejarse caer porque no le ocurriría nada, preguntaba incrédulo si, por los alrededores, había alguien más.

 
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