Sánchez no contesta porque no sabe

La estulticia y la falta de conocimientos para gobernar y la incapacidad para gestionar la cosa pública, es un problema de todos los ciudadanos que son los que sufren en sus carnes la carencia de conocimientos y de disposiciones de quien pretende mandar.

En las encuestas (incluidas las de Tezanos) siempre hay un apartado para eso del “no sabe, no contesta”. A la hora de “cocinar” los resultados (incluidos los de Tezanos) el “no sabe no contesta” es una especie de comodín que se coloca en uno u otro lado según convenga.

Pero Sánchez, tan ducho en valorar la opinión pública -aunque luego no haga caso ni del público ni de su opinión-tiene un planteamiento distinto: Sánchez no contesta porque no sabe.

Ya va siendo hora de dejar a un lado los reproches clásicos a Sánchez: eso de mentiroso, falaz, sectario, que engaña, chulesco, desahogado, enchufista, trotamundos en Falcon, arribista…y aunque todo eso es verdad y en esa materia es muy fácil quedarse corto en los juicios, habrá que fijarse en que lo que de verdad es Sánchez es un personaje inútil para gobernar e ineficaz para la gestión.

Es posible que Sánchez tenga algunas virtudes para realizar otros trabajos, incluso la redacción de tesis doctorales sobre economía o para el baloncesto amateur o para modelo de gafas de sol… pero ha ido a escoger el quehacer para el que Dios no le ha dado la menor luz: la política y el interés por gobernar y ostentar el poder.

Las mentiras, las falacias, los engaños, el sectarismo, la presunción vacua, el “modelismo” aéreo (que no aeromodelismo) etc. son, al fin y al cabo, características del individuo que se quedan en su persona o en su entorno familiar o en sus amistades e incluso en los que siguen creyendo en lo que dice y en lo que hace, pero es que la estulticia y la falta de conocimientos para gobernar y la incapacidad para gestionar la cosa pública, es problema de todos los ciudadanos que son los que sufren en sus carnes la carencia de conocimientos y de aptitudes de quien pretende mandar.

El problema no son los defectos de Sánchez como persona,  incluso como persona pública, el problema es su incapacidad total y permanente para dirigir una nación.

O sea, que no sabe.

La carcajada: Albares, el de exteriores, dice en el Congreso a propósito del Sahara: “Hoy he visto publicada en un medio la famosa carta”.

 
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