Semana Santa y política
La Legión y su tradicional procesión malagueña con el desembarco del Cristo de Mena, han puesto a los políticos en su sitio y les han rogado, cortesmente, que no acudan a su desfile del Viernes Santo para no convertirlo en un mitin electoral.
Se veía venir tal y como había quedado el calendario electoral tras la convocatoria de las generales. Era impensable que nuestros políticos se resistieran a la tentación de utilizar las procesiones y las manifestaciones religiosas de esta Semana, para sacar rédito electoral en un sentido o en otro.
Desde el alcalde de Valencia intentando prohibir procesiones, hasta el presidente del Gobierno ordenando a sus ministros que asistan a las procesiones, pasando por el alcalde de Zaragoza al prohibir la participación de la unidad ecuestre del ayuntamiento en las procesiones, todo vale para aprovechar los sentimientos de los ciudadanos y rascar votos.
La Legión y su tradicional procesión malagueña con el desembarco del Cristo de Mena, han puesto a los políticos en su sitio y les han rogado, cortésmente, que no acudan a su desfile del Viernes Santo, para no convertirlo en un mitin electoral.
Sí se echan en falta, salvo el caso de Valencia y Zaragoza, los ataques de los políticos progres a la Semana Santa y el intento de desvirtuar su significado, pero como estamos en campaña se cuidan muy mucho de expresarse como lo han hecho en otros momentos, sobre todo si se molestan en proyectar electoralmente las multitudes que asisten a procesiones y actos litúrgicos y traducirlos en escaños. A lo peor se llevaban una sorpresa.
Claro que cada uno va a las procesiones que quiere o no va a ninguna porque no es lo suyo, pero siempre es higiénico no confundir las cosas.
Conociendo a Pedro Sánchez y a sus asesores, no es descartable que se sopesara la incidencia de la Semana Santa en plena campaña, pero de cualquier forma es de alabar la postura de los legionarios y no estaría de más que fuera imitada por muchas cofradías.
Pero la tentación está ahí y tendremos que soportar, en más de una ocasión, el intento de algunos candidatos de rentabilizar capas, antifaces y mantillas.
