Aquí no se tira nada

Cómo estarán las cosas que aquí no se tiran ni las toallas. Ya lo ha dicho Rodríguez Zapatero: ‘No voy a tirar la toalla’. Una prueba irrefutable de que la economía no va bien. Y además, una demostración palpable de que es un auténtico estadista.

Ahora que todos hablan de despilfarros y que de unas comunidades autónomas a otras vuelan los cuchillos del ‘tú más’ y unos ayuntamientos acusan a los otros -que parecen guiados por el dedo chivato de Leire Pajín-, el presidente del Gobierno da un buen ejemplo de austeridad. No tira la toalla. Faltaría más.

Pero, metáforas aparte, algo huele a podrido en la toalla. Algo hay sucio y, por lo menos, a la lavadora sí podría tirarla.

La insistencia en cumplir hasta el final, la monomanía de acabar la legislatura, el tanto decir que es ahora cuando un gobernante no puede abandonar, suenan rarito. Todo tiene un cierto tufillo de pasillo de la muerte, de espera a ver si no llueve demasiado en las municipales y autonómicas, de ver si los barones aguantan, si el aparato de Ferraz no se encalabrina y se puede aguantar un ratito más.

Se dice por Ferraz que Pérez Rubalcaba ya ha dado el sí –siempre y cuando…- y que además de la ‘marcha voluntaria’ de Rodríguez Zapatero ha puesto como condición que le dejen el terreno limpio y roturado y que esa limpieza se reduce a José Blanco y los suyos.

Si a eso añadimos lo extraño de las declaraciones de Blanco a renglón seguido de que el presidente dijera que seguía, cuando se mostraba proclive a la candidatura de Rubalcaba… ‘en el caso de que se cumplieran las previsiones sucesorias’, resulta claro que la toalla, se arroje o no se arroje, no está demasiado limpia.

También hay quien dice que ni el propio Rodríguez Zapatero sabe lo que quiere hacer, ni mucho menos tiene previsto lo que va a hacer y que, como de costumbre, actuará sobre la marcha.

Parece que lo único seguro es esperar a las urnas autonómicas y municipales y barajar posibilidades más o menos ciertas.

Pero hay otro componente de la situación a tener en cuenta u otra derivada –que diría un cursi- a considerar, que es Europa y los europeos. De hecho, si no de derecho, nos tienen en el punto de mira y nos dan instrucciones un día sí y otro también, y en una de estas las instrucciones pueden ir más allá de las infraestructuras, de las pensiones, de las cajas y centrarse un poquitín más en el inquilino de la Moncloa. 

 
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