Se ve, se ve, la trastienda del PP

Las declaraciones de Ruiz Gallardón han levantado una enorme polvareda en el Partido Popular y en los ámbitos políticos. El que más y el que menos se pregunta qué está pasando para que alguien se autoproclame candidato de forma tan explícita, sin el menor rubor y con la conciencia clara de que puede crear problemas en el seno de su propio partido.   En los partidos españoles siempre se ha confundido la unidad de acción -y hasta la unidad ideológica deseable- con una especie de monolitismo sin fisuras. Se dice que son partidos democráticos pero todo está atado y bien atado; cuando surge alguna voz discrepante se habla de serios problemas y la unidad a machamartillo es timbre de gloria y de éxito.   Casos como el de Rosa Díez en el PSOE se aprovechan en el lado contrario para la crítica, y sucesos como el que protagoniza el Alcalde de Madrid son objeto de análisis con lupa para ver qué está pasando en las filas populares.   Pero como lo que debería de ser normal no lo es, hay que concluir que algo pasa de verdad.   ¿Quiere Ruiz Gallardón tomar posiciones ante la eventualidad de que si no gana en Madrid por mayoría absoluta no va a ser alcalde?   ¿Pretende mover las sillas a los números dos de su partido?   ¿Quiere desestabilizar sillones más altos?   ¿Tiene las bendiciones de esos sillones más altos?   Todo es posible pero, en cualquier caso, se ha demostrado -en Génova no se oculta-que algo se está moviendo desde hace tiempo en el Partido Popular. Hay descontento en muchos ámbitos y esos descontentos vienen desde varias perspectivas y puntos de vista de lo que debe ser la oposición y de lo que debería ser la estrategia electoral. Empieza a cundir la especie de que no va a ser fácil desbancar al Partido Socialista y la Convención -tan exitosa ella- parece que se celebró hace siglos.   Así las cosas, no se sabe por qué, alguien que siempre ha tenido presencia entre los populares -a pesar de las escasas simpatías que despierta entre sus correligionarios- se ha postulado como número dos tras de Mariano Rajoy. ¿Con vistas a una posible y adelantada sucesión? Tampoco está claro.   Lo único claro es que Ruiz Gallardón ha dicho “aquí estoy” y eso no ha sentado bien a casi nadie en el Partido Popular.   La incógnita –una más- está en descifrar si ha sentado bien a Mariano Rajoy y, además, averiguar a cuál de los varios “marianos rajoys” que -políticamente hablando- hay, le ha parecido mejor o peor, bien o mal o, simplemente, tal vez.

 
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