Marruecos: un reino en alza

Bandera de Marruecos.
Bandera de Marruecos.

Como si de unas modernas Guerras del Peloponeso se tratasen, aunque en este caso es por el control del Mediterráneo Occidental y no del Egeo, Marruecos y España protagonizan una de las pugnas más importantes para el futuro de Europa. Mientras un reino se encuentra en el punto álgido de su carrera para convertirse en la futura primera potencia del continente africano, por delante de Nigeria, Sudáfrica, Egipto o Argelia, gracias a una excelente labor de sus servicios exteriores con gran apoyo del servicio de inteligencia, la DGED, otro reino, en el norte de la frontera mediterránea, se encuentra en profunda decadencia social y política. Esto supone una gran amenaza para la Unión Europea, pero, sobre todo, para España.

Una UE cada vez más aislada y con un carácter más reaccionario que preventivo, está dejando el camino libre a países con una clara visión del corredor mediterráneo. Por un lado, mientras la mayoría de los esfuerzos se centran en la frontera este de Europa, para hacer frente a un enemigo impuesto que debilitan los planes para crear una Unión Europea sólida y unida, al otro lado, un país está afianzando una cartera de aliados que cambiará el tablero geopolítico del Mediterráneo de forma flagrante, a tan solo 14 kilómetros de distancia.

De las cinco potencias continentales mencionadas anteriormente, el país alauita fue el único cuyo PIB ha seguido creciendo. En materia de defensa, para superar a la poderosa Egipto, el rey Mohammed VI ha dejado bien claro que su intención es invertir grandes cantidades de dinero, como lo demuestra el acuerdo militar firmado entre Rabat y Washington para la adquisición de aviones de combate F-35, el más moderno que se encuentra en el mercado. De esta manera, EE. UU. se convierte en el mayor proveedor de armas de Marruecos.

Esto amenaza los intereses estratégicos de España y su política en el Mediterráneo. No es casualidad que Estados Unidos haya trasladado de Morón de la Frontera a su Fuerza de Reacción Rápida rumbo a Italia. Ni tampoco la ampliación de la base naval de Alcazarseguir, a 40 kilómetros al este de Tánger, donde se instalará la NSA, la inteligencia de la Navy y la CIA ampliará su personal. El movimiento de tropas estadounidenses en suelo español no ha hecho más que comenzar, y no sería ninguna sorpresa que Marruecos construya una base estadounidense en algún punto de la frontera oriental o sur del país, algo que debilitaría, ipso facto, la presencia de tropas estadounidenses en la base naval de Rota.

Las relaciones entre el país norteamericano y España son cada vez más débiles y la ventaja geográfica de Marruecos en África es vital para seguir construyendo importantes relaciones por las que, EE. UU. pueda seguir adquiriendo presencia en el continente ante el imparable avance chino en el África Subsahariana. Con Italia para mantener su presencia en Europa del Este y Magreb y Marruecos para el resto del continente, España irá desapareciendo poco a poco de los informes depositados en el despacho oval de la Casa Blanca y ahora más que, EE. UU. ha reconocido al Sahara Occidental como marroquí.

Con el beneplácito de Washington, Israel y Marruecos han cerrado un acuerdo de cooperación militar sin precedentes para el mundo árabe, lo que aísla aún más a un derrotado Frente Polisario y una Argelia marginada, que no parece contar con el esperado apoyo de la Unión Europea ante los continuos pulsos del régimen alauita. Como lo demuestra también, el fortalecimiento de las relaciones bilaterales entre Londres y Rabat, en materias de turismo, energías renovables o defensa, además del apoyo británico a la gestión marroquí respecto al Sahara Occidental.

El nuevo gobierno alemán de Olaf Scholz, es otra de las potencias mundiales que se han sumado en mostrar su total apoyo a Marruecos en el conflicto del Sahara. Un duro golpe para las pretensiones españolas de contar con el apoyo de la primera potencia europea para lidiar con el conflicto marroquí y que parecen estar desvaneciéndose paulatinamente.

Todo esto ha agrandado el ego de palacio para cumplir con su lista de objetivos propuestos. Entre ellos, se encuentra el fin de la disputa por el Sahara Occidental como una de las 12 regiones del país, la adhesión de Ceuta y Melilla, la conquista de las aguas territoriales canarias a través de un no tan disimulado soft power, el debilitamiento de Argelia y convertirse en un referente en el Mediterráneo por delante de España.

Marruecos ha sabido sacar provecho y fuerza de la pandemia mientras otros países se han ido empequeñeciendo. Mohamed VI y su gobierno no reconocen las aguas territoriales de España en su territorio y ahora que cuenta con el apoyo de fuertes aliados en el mundo occidental y árabe, solo le queda seguir insistiendo, e ir ganando terreno al más puro estilo del Somme. De ahí que haya autorizado a una empresa catarí a iniciar prospecciones petrolíferas cerca de Lanzarote y Fuerteventura, que manipule a los inmigrantes provenientes del Sahel para entrar en Ceuta o la licitación de dos piscifactorías en el trayecto de ferry entre Melilla y Almería. Un conflicto que podría guardar, en un futuro cercano, un cierto paralelismo con el enfrentamiento entre India y Pakistán en Cachemira.

 

Marruecos es un país con una fuerte personalidad, como ha demostrado en el conflicto energético, tras la decisión de Argelia de cerrar el gasoducto Magreb-Europa, que pasa por Marruecos, y cubre casi la mitad de la demanda de España. La solución de Argel es aumentar la capacidad del gasoducto Medgaz y utilizar barcos para el transporte de gas licuado, lo que incrementa considerablemente los precios, como ya se pudo ver en la época dorada del fracking. De ahí la importancia que tiene Marruecos en el plano energético europeo y más ahora que se ha paralizado la certificación del gasoducto Nord Stream 2, que uniría Rusia con Alemania.

Sin dejar de lado el dominio comercial, las grandes empresas de renombre como el Grupo Renault o Inditex, cada vez miran con mejores ojos a Marruecos. Un país que proporciona estabilidad política, incentivos, sin costes de energía al no tener que pagar por los derechos del C02 que exige la UE, una mano de obra barata y una cercanía que proporciona costes de transporte muy bajos. La cada vez mayor inversión de multinacionales en Marruecos debería preocupar al ejecutivo español para frenar la huida de la industria textil y automóvil, que es de las pocas que nos quedan por presumir.

El reino de Marruecos está ganando la partida en todos los campos de defensa, energía, política exterior, comercio, lo que puede ahondar, aún más, la crisis social, política y económica que vive España, lo que proyecta un escenario nada alentador para la Unión Europea.

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