Elegir al cliente y al donante

Donación de sangre
Donación de sangre

Nuestra época tiene una sana sensibilidad para todo lo que implique discriminación. Pero, dado el cada vez más amplio pluralismo ético, el afán de evitar la discriminación choca a veces con el derecho de cada uno a que se respete su libertad de expresión y sus convicciones religiosas. ¿Se está discriminando injustamente a una persona cuando un profesional u organización rehúsa prestarle sus servicios para no ir contra las propias convicciones? Dos tipos de casos que afectan a los homosexuales en EE.UU. plantean la cuestión: uno tiene que ver con las bodas gais, el otro con la donación de sangre.

El asunto del profesional (pastelero, fotógrafo, florista….) que se niega a prestar sus servicios para un matrimonio entre personas del mismo sexo se está convirtiendo en un clásico de los litigios por discriminación, y no solo en EE.UU..

Esta semana ha sido noticia el caso de la diseñadora de páginas web Lorie Smith, que se niega a diseñar webs para bodas gais, invocando la libertad de expresión garantizada por la Primera Enmienda a la Constitución. No se niega a prestar otros  servicios a clientes por ser homosexuales. Pero quiere mantenerse al margen cuando se trata aportar su trabajo para un tipo de matrimonio que le parece falso. Y no ha dudado en llegar hasta el Tribunal Supremo para defender su derecho a la libertad de expresión en su trabajo como artista diseñador creativo.

Enfrente tiene al estado de Colorado, que ve ahí un caso de discriminación por orientación sexual. La ley de Colorado prohíbe que un negocio abierto al público discrimine a los clientes por raza, sexo, orientación sexual… El estado de Colorado parece especialmente empeñado en someter a los disidentes en estos casos. Ya hace cuatro años llegó al Tribunal Supremo otro caso similar, el del pastelero de Colorado Jack Phillips se había negado a hacer una tarta de bodas con un mensaje de apoyo al “matrimonio igualitario”. Entonces el Tribunal Supremo dio la razón al pastelero, por el sesgo antirreligioso manifestado por miembros de la comisión de derechos civiles, pero sin entrar en las cuestiones constitucionales de libertad de expresión y libertad religiosa planteadas en el caso.

Ahora, en cambio, el Tribunal Supremo ha aceptado ver  el caso de Lorie Smith, en lo que se refiere al choque  entre la libertad de expresión y la ley antidiscriminación. El asunto es muy controvertido y puede afectar a organizaciones varias (iglesias, colegios…), cuyo ideario puede entrar en conflicto con las leyes antidiscriminación en esta materia. Por eso cuando la semana pasada  el Tribunal Supremo celebró las audiencias sobre el caso de la diseñadora gráfica, el ambiente en el exterior era el de los casos importantes, con manifestantes de organizaciones LGTB y otros de respaldo a Lorie Smith.

En las audiencias ante el Supremo se planteó la distinción entre servicios relacionados con la libertad de expresión y otros negocios. No es lo mismo una editorial que un restaurante. Lo que el Tribunal debe aclarar es si un negocio abierto al público y que supone la expresión de un mensaje puede negarse a prestar sus servicios a un cliente potencial invocando sus convicciones.

Ante el Tribunal ambas partes se esforzaron en llevar al límite lo que supondría dar la razón a la parte contraria. ¿Alguien que no acepte el matrimonio interracial puede negarse a prestar sus servicios en una boda de este tipo? O, en sentido contrario, ¿un escritor de discursos está obligado a preparar un texto contrario a sus convicciones o puede rechazar el encargo? ¿Dónde colocamos al diseñador de páginas web? ¿Es un artista que ejerce su libertad de expresión? Recuerdo que, recién elegido Trump, varios modistos anunciaron que en ningún caso harían sus diseños para Melania Trump (algo que ella no les había pedido), para no dar la impresión de apoyo al nuevo presidente. ¿Discriminación por orientación política?

La decisión del Tribunal Supremo se hará pública el próximo junio, aunque las preguntas de los jueces durante las audiencias han dado pie a pensar que hay un apoyo mayoritario para la libertad de expresión de la diseñadora. 

La juez del ala liberal, Sonia Sotomayor, advirtió que, si se da la razón a la diseñadora, “sería la primera vez en la historia de este tribunal en que se admitiera que un negocio comercial que sirve al público, puede negarse a servir a un cliente en base a su raza, sexo, religión u orientación sexual”.

 

Precaución con la sangre

Sin embargo, un organismo tan oficial como la Food and Drug Administration (FDA), que regula los productos médicos,  sí discrimina a los homosexuales en la donación de sangre. En este asunto su postura ha ido pasando de la completa prohibición establecida en plena epidemia de SIDA en los años 80 a exigir un periodo de tres meses de abstinencia de relaciones sexuales. Hay que tener en cuenta que, tras el comienzo de la infección por VIH, hay un tiempo –en torno a una semana–  durante el cual la sangre donada podría tener el virus y no ser detectado por los test.

Las organizaciones LGTB critican que esta política estigmatiza a los homosexuales, y presionan para que cambie. Precisamente en estos días la FDA se está planteando si modifica estas restricciones para pasar a un criterio más personalizado en el que lo decisivo no sea la orientación sexual, sino el tipo de prácticas de riesgo del individuo. Pero todavía en 2019 el 69% de los nuevos diagnósticos de infección por VIH fueron entre hombres que tienen sexo con otros hombres. Y si lo importante son las prácticas de riesgo es inevitable plantearse por qué los gais son tan proclives a ellas.

También aquí se plantea un conflicto. ¿Es más importante que la donación de sangre sea más “inclusiva” o más segura? ¿La FDA puede discriminar por orientación sexual aduciendo sus convicciones sanitarias? ¿Son conservadores los bancos de sangre que quieren eliminar el riesgo de que la sangre donada contenga el VIH?

No es EE.UU. el único país que pone restricciones a la donación de sangre de homosexuales. Más de treinta países estaban en este caso, aunque en los últimos años, a medida que se afinaban más los tests, algunos han ido levantando o suavizando esas restricciones. Pero también es llamativo que países tan liberales como Suecia, Australia o Canadá, haya sido más rápidos en admitir el matrimonio entre personas del mismo sexo que la donación de sangre de homosexuales. 

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