Reyes de cabalgata

La tradición navideña de que los Reyes Magos traen regalos a los niños se manifiesta también en  brillantes cabalgatas en las que tan generosas majestades reciben la bienvenida en la ciudad. Algunas cabalgatas españolas son un despliegue de imaginación, luz  y escenografía, como la de Madrid este año. Los Ayuntamientos se esfuerzan en ofrecer a los más pequeños un espectáculo que les encandila. Lo malo es que a veces algunos mayores lo estropean con discursos que nada tienen que ver con la fiesta y que desvirtúan su sentido.

Así, en Barcelona, el rey Melchor se ha puesto la  veste ecologista para decir a los niños: “sabemos que sois nuestros aliados en la lucha por salvar el planeta”. Ya  antes, en su bienvenida, la alcaldesa Ada Colau había adoptado el mismo tipo de discurso al asegurar que, en sus cartas, los niños y niñas no solo piden juguetes, sino “que cuidemos más el planeta, que no contaminemos, que hagamos un mundo más justo, donde todo el mundo tenga casa, un plato en la mesa y no echen a nadie de su casa”. Nobles peticiones. Pero, sin violar el secreto de la correspondencia infantil, es más probable que la lucha contra la  contaminación no sea el centro de sus ilusiones en la noche de Reyes.

Habría que tener cuidado para que los niños no se sientan defraudados cuando descubran la verdadera realidad de los Reyes Magos. Acostumbrados al discurso actual que presenta el papel de los Reyes como salvadores del planeta, pueden sufrir un shock si un día descubren los evangelios, y se enteran de que en su primera cabalgata los Reyes llegaron a Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el nacido rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella al Oriente y venimos a adorarle”. Los Reyes genuinos de Oriente no venían a salvar el planeta sino a ¡adorar al salvador del planeta! No padecían de eco ansiedad, sino que estaban ansiosos de mostrar sus respetos y ofrecer sus regalos a un Niño pobre señalado por una estrella, en una familia que no tenía asegurados ni la casa ni el plato. 

 ¿No se sentirán engañados los niños al enterarse de que se les ocultó esto? Porque los Reyes de muchas cabalgatas de hoy día parece que nunca han pasado por Belén, ni adorado al Niño, ni saludado a María y José. Está muy bien que en un país laico los Reyes traigan regalos para todos los niños, sean de padres cristianos, hindúes o musulmanes  (después de todo, los nombres de los primeros catalanes nacidos en 2023 han sido Zakaria, Yousaf, Álex Adrián y Abdul Jabbar, según noticias de prensa). Pero una cosa es ser inclusivos y otra desvirtuar  el origen religioso de una tradición. La verdad es que  los Reyes Magos fueron inclusivos desde el principio, y siempre contaron con un querido rey negro, antes de que fuera de cuota.

Los cristianos no deberíamos ser menos que los pueblos aborígenes que denuncian una “apropiación cultural” cuando marcas como Carolina Herrera copian diseños de textiles indígenas. Los Reyes Magos tienen un copyright evangélico, y el que quiera evocarlos debería reconocer su origen, sin tergiversarlo.

Nos dicen los evangelios que, al oír la pregunta de los Magos,  “el rey Herodes se turbó”, igual que hoy un ministro de consumo ante un juguete sexista o una ministra de la transición ecológica ante un saco de carbón. Y que Herodes inmediatamente urdió un plan para deshacerse del Niño y ocultar al pueblo que había nacido un rey salvador. 

El día de mañana muchos niños, que no hayan aprendido nada de religión ni en casa ni en la escuela, se asombrarán  porque se les ha ocultado que existe un salvador, que deslumbró a los Magos. Después de haber oído decir a  tantos salvadores del planeta que no hay un plan B, resulta que sí lo hay; ante el desastre en el jardín del Edén, Dios inventó su plan B para salvar a los hombres: la Encarnación. Eso nos permite mirar al futuro con esperanza. Hay que cuidar el planeta, desde luego. Pero, en vez de estar acongojados por una anunciada  extinción masiva, nuestro apocalipsis terminará con “un cielo nuevo y una tierra nueva”. 

Esta es la gran alegría que los Magos vienen a celebrar cada año con niños y mayores. Los regalos materiales son solo un mínimo anticipo de lo que puede ser el gran regalo al final de la vida, si apuntamos alto en nuestra última carta. Pero hay que contárselo a los niños y dejar que se acerquen al Salvador.

 
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