Circo postelectoral en la Comunidad Valenciana

Todo parecía apuntar a que un tripartito de izquierdas podría gobernar. Los socialistas, Compromís y Podemos se las prometían felices – suman 55 escaños-, mientras el PP sabía que sólo podría gobernar en una difícil coalición con Ciudadanos, pues entre ambos suman 44 escaños en Las Cortes.

En ese contexto, la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, atizó a Ciudadanos en la campaña electoral, alegando que lo peor que podía pasarle a Valencia era que Ciudadanos gobernase. Barberá sabía que Ciudadanos podía pactar en el Ayuntamiento de Valencia, pero con la condición de que la alcaldesa no fuese ella, sino el líder de Ciudadanos, Fernando Giner.

Mientras tanto, Ciudadanos se dejaba querer, apuntando a que se sentían más próximos a los socialistas que al PP, invocando la corrupción que ha salpicado al PP en estos años en tierras valencianas, sin valorar el esfuerzo de Alberto Fabra por erradicarla. Los socialistas tienen imputados entre sus cargos, pero no parece importarle a Ciudadanos: en el PP hubo corrupción, pero no la hay; en el PSPV, la hay.

Ximo Puig, el líder del PSPV, adoptó una actitud de dar por hecho que él presidiría un tripartito de izquierdas. Su actitud fue molestando a sus posibles compañeros de coalición, y especialmente a Mónica Oltra, que se empezó a mover para ser ella la presidenta de la Generalitat Valenciana con el apoyo de Podemos.

Oltra ha tensado mucho la cuerda, haciendo ver los desastrosos resultados electorales del PSPV y haciendo valer el espectacular crecimiento de Compromís, fuerza nacionalista y reiteradamente calificada como pancatalanista. Además, Oltra consiguió el apoyo de Podemos para la Generalitat Valenciana con la intención de concurrir en las elecciones generales conjuntamente Compromís y Podemos.

Oltra ha sacado de sus casillas a Ximo Puig, que ha decidido romper negociaciones con Compromís, a lo que la fuerza nacionalista ha reaccionado diciendo que no se rompen las negociaciones, con la condición de que Puig no considere innegociable ser presidente de la Generalitat.

Alberto Fabra se reunió el martes con Ximo Puig. Albert Rivera se ha ofrecido a los socialistas para gobernar en la Comunidad Valenciana y en la ciudad de Valencia, para evitar que haya un gobierno del PP o de Compromís. Como dato revelador que ahora hace pender muchos tripartitos, Ciudadanos ha expulsado de su partido al concejal Marcos Masó en la población castellonense de Alcora por pactar con Compromís. Pero Masó ha expresado que se siente engañado por Ciudadanos, porque le aseguraron que tendría libertad para pactar.

Rita Barberá ofrece pactos, pero toda oferta es contestada como imposible, porque en lo que los demás partidos políticos coinciden es en que no gobierne el PP, a pesar de ser el partido más votado en el Ayuntamiento de Valencia y para el gobierno autonómico. Seguro que ahora Rita se arrepiente de su tono en la campaña electoral contra Ciudadanos.

En este caos postelectoral, cuando escribo estas líneas – miércoles a media tarde-puede suceder cualquier cosa. Sin embargo, los valencianos no asisten solamente perplejos a este espectáculo, sino sorprendidos y tomando nota de tantos personalismos y posturas viscerales. El partido que aproveche mejor este lamentable espectáculo en las elecciones generales del próximo mes de noviembre tendrá mucho a su favor, y ese partido puede ser el PP, porque despierten los abstencionistas o cambien su voto quienes ahora han dado alas a Ciudadanos o Compromís.

 
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