Políticos honrados

Hay quien piensa que no es posible ser político, honrado e inteligente, que sólo caben combinaciones de dos de estas tres cualidades: se puede ser político y honrado, pero no inteligente; se puede ser honrado e inteligente, pero no político; o se puede ser político e inteligente, pero no honrado.

La figura de Manuel Pizarro –ahora nombrado por Esperanza Aguirre "fiscal anticorrupción" en el PP de la comunidad madrileña- puede dar la razón a quienes piensan de ese modo, porque es de una inteligencia y honradez incontestables, pero no cuajó en la política. Su "cara a cara" con Solbes (2008) no gustó en el PP por "poco político": el tiempo ha dado la razón a cuanto expuso Pizarro, pero su valía chocaba con la mediocridad y una concepción de la política como mero marketing sin ir al fondo de las cuestiones, una superficialidad que aleja a buenos profesionales y atrae caras sonrientes-sumisas que van engrosando las filas de los "profesionales de la política". Pizarro podría ser un excelente gobernante, y está a tiempo el PP de contar más con él.

Los numerosos escándalos de corrupción política reclaman una acción decidida de los partidos políticos, y que los ciudadanos percibamos como eficaz. Junto a ello, es urgente, porque España necesita unos gobernantes que no ofrezcan dudas ni dentro ni fuera de España, precisamente para dirigir con prestigio la recuperación económica.

En la calle hay enfado y crispación contra los políticos. No valen ya palabras ni paños calientes, sino adoptar medidas que acaben con este cáncer de la democracia, ya varias décadas instalado en nuestro país, por lo que mucho tenemos que ver todos, por consentirlo o resignarnos. Contestar a la pregunta de si tenemos los políticos que nos merecemos no es sencillo. Tampoco sirve afirmar que la mayoría de los políticos son honrados, porque esa apreciación suele conducir a no afrontar la magnitud del problema, que no es pequeña.

No valen excusas de que corruptos los hay en todos los ámbitos, desde guardias civiles implicados en el narcotráfico –este martes han sido detenidos dos guardias civiles en Peñíscola (Castellón) por traficar con drogas, por ejemplo- hasta el fútbol. A los gobernantes les pedimos ejemplaridad, porque los elegimos y gestionan los recursos económicos que nos pertenecen.

A quienes designan a las personas que ocupan cargos políticos les exigimos que actúen con diligencia en los casos de corrupción, y más todavía: que no elijan personas con "sombras" sobre su honradez, porque puede no haber pruebas materiales, pero sí actividades o ingresos dudosos, que un dirigente ha de aclarar previamente. El pago en dinero negro no sabe de recibos ni firmas, lógicamente, pero los rumores o datos que existen en ciertos ámbitos han de llevar a no nombrar a personas que ofrecen más que dudas sobre su honradez: más claro, el agua. Hay que ser honrado, y parecerlo, aunque también existen las insidias y acusaciones injustas: la prudencia y la valentía para elegir a los mejores para cargos políticos ofrecen un amplio campo para acertar con responsabilidad.

Rajoy ha tomado unas medidas que pueden aclarar y atajar la sangría del caso Bárcenas. Respuestas como "caiga quien caiga" se repiten hasta la saciedad. No debe quedar en palabrería: la calle no aguanta más. Rajoy puede salir reforzado, porque ¿qué están haciendo otros partidos políticos con escándalos de corrupción?

Y es hora también de responsabilidad para los medios de comunicación: ha de haber rigor al denunciar la corrupción, no ligereza ni partidismos avinagrados, que en definitiva se llama profesionalidad. Hoy, San Francisco de Sales, patrón de los periodistas, es buen día para esmerarnos también los periodistas en nuestro trabajo, tal vez más en estos momentos difíciles que vivimos.

 
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