Valentía en Cataluña

La convocatoria del referéndum para el 1-O por parte de Puigdemont es imposible, y existen todos los apoyos legales para impedirla, pero eso no impide que la tensión haya aumentado a todos los niveles.

Estoy convencido de que la mayoría de los catalanes se opone a la independencia, pero llevan años, décadas, de presiones a todos los niveles, que no se han atajado debidamente. Por eso, hay que reconocer a esa mayoría – que se califica como “silenciosa”, pero que es impreciso e injusto – el mérito de oponerse, de palabra, en diversas manifestaciones, y también por escrito, pese a que no se les ha prestado toda la ayuda que se debía en justicia.

Desde hace décadas, la semilla del independentismo se ha sembrado en la educación en tierras catalanas, y debían haberse adoptado medidas adecuadas, por supuesto desde Madrid también. La cooficialidad del catalán y del castellano no se ha respetado, permitiendo falsedades sobre la historia de Cataluña que se ha inoculado a varias generaciones. Se ha dejado que la siembra fuera abundante, demasiado, y ahora se comprueba en la locura de la convocatoria del 1-O.

Se ha tenido miedo a que la selección española de fútbol jugara en Cataluña. No se ha defendido a quienes, libremente, colgaban banderas españolas en balcones o ventanas, mientras los independentistas violentos les hacían la vida imposible, les insultaban o amenazaban, a ellos o a sus familiares. Viviendo fuera de Cataluña es muy fácil hablar de valentía, pero hay que comprender que tener hijos o nietos que sienten el miedo por el mero hecho de colocar una bandera justifica que muchos las hayan quitado, no por cobardía, sino por defender la paz de sus hijos o nietos.

Pero ahora también han de “mojarse” los que pensaban que el independentismo se frenaría solo. Ha habido, y hay, personas e instituciones que han evitado pronunciarse, calculando mucho no significarse, para no enemistarse con esos sectores independentistas que iban progresando, y no perder posiciones ante una hipotética independencia.

Funcionarios y empleados públicos con temor a represalias o entidades culturales que no querían jugarse subvenciones públicas por defender que Cataluña forma parte de España son sólo ejemplos de quienes se han visto acobardados, y ahora deben plantearse que hay que retratarse, también para ser justos con una mayoría que no desea la independencia, y que muchas veces ha peleado en soledad.

En diversos medios de comunicación también se ha introducido la cobardía y la mezquindad, evitando opiniones contrarias al independentismo, por el miedo y la seguridad de que no recibirían ingresos publicitarios de la Generalitat o de otras instituciones relacionadas: don dinero es siempre un poderoso caballero. El periodismo también ha tenido una cita con la valentía, con la objetividad y con la libertad, con desigual resultado, pero ahora lo tiene en mayor medida.

Quienes hemos vivido algunos años en Cataluña tenemos la certeza de la valentía de muchos, y la cobardía de otros, así como una ceguera interesada e irresponsable desde Madrid, gobernando el PP y gobernando el PSOE.

Estas semanas reclaman especial valentía para todos. Es comprensible el miedo ante las coacciones de todo tipo por parte del independentismo, pero entre todos hemos de apoyar a quienes dan la cara por la libertad y el derecho. Y yo les doy mi apoyo y aliento.

 
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato