El Villarreal como ejemplo

El Villarreal es todo un ejemplo en el fútbol español y mundial, un fenómeno único. Una ciudad de la provincia de Castellón, Villarreal, con un equipo de fútbol en Primera División trece años.

Afirmar la excelencia de este club ahora, que está sufriendo para salvar la categoría –escribo antes de que se haya jugado el partido entre Zaragoza y Levante, y según ese resultado puede que matemáticamente esté salvado ya el Villarreal-, puede resultar algo anacrónico. Todo lo contrario, en el sufrimiento desconocido hasta ahora para este club se está comprobando una faceta más de su excelencia, porque no se desmorona ni chirría en ninguno de sus estamentos.

Resulta paradójico que el mismo año que un equipo juega la Champions se juegue la permanencia. Es lo que le ha pasado este año al Villarreal. Si ha recibido elogios en momentos de grandeza, más se debe analizar cómo ha gestionado y gestiona la crisis de juego y resultados este año. Ahora no debe analizar nada, sino asegurar sin más la categoría, pero estoy seguro de que lo hará, y llegará el momento de los análisis, reconocimiento de errores sin apelar a la mala suerte –la doble lesión de su figura, el italiano Rossi- y veremos cómo este club vuelve a dar síntomas de señorío, sensatez, equilibrio y hacer las cosas bien.

Es uno de los pocos equipos que no tiene deudas con Hacienda: sólo hay otros cuatro. Los jugadores quieren estar en este club porque es serio, paga y tiene un dueño con amplia experiencia empresarial y mejor gestión humana, que sabe gestionar crisis sin perder los estribos y alentando en todo momento a quienes dependen de él, sea en la empresa azulejera que dirige –PAMESA-, sea en el club de fútbol.

El Villarreal es un club digno de estudio, no sólo en el alocado mundo del fútbol sino en las Escuelas de Negocios. Algunas claves: un equipo directivo unido y competente profesionalmente, dirigido por su presidente Fernando Roig; cuidar la cantera; fichar jugadores de equipo y disciplinados, y por no serlo el genial Riquelme tuvo que buscarse otro equipo; fichar jugadores con proyección o contrastados, y vender mejor a algunos de ellos; ninguna estridencia en declaraciones a los medios de comunicación por parte de la directiva ni de ningún jugador -¿qué equipo puede afirmar esto?-; cuidar las relaciones con el entorno social y cultural; y cuidar a los socios y aficionados con sensibilidad y cercanía.

Fernando Roig tuvo sensibilidad económica ante los socios que están en el paro. Supo extender por toda la provincia de Castellón la presencia y afecto hacia el Villarreal. Sabe a lo que juega, y lo hace bien. Él, que es de Valencia, sabía que tenía que ganarse a los aficionados, y que muchos socios y espectadores de los partidos no son de Villarreal: acuden más bien por ver “fútbol de primera división” que por ser del Villarreal. Un estadio con capacidad para 24.000 espectadores, resultado de varias ampliaciones en estos años, no se llena con 50.000 habitantes que tiene Villarreal.

Con frecuencia me preguntan algunos colegas o amigos, que no tienen por qué conocer al detalle estas circunstancias, si Fernando Roig es el de Mercadona. El presidente de Mercadona es Juan Roig, hermano de Fernando. Sin embargo, cualquiera que analice Mercadona y el Villarreal Club de Fútbol encontrará algunas similitudes, porque en efecto parece que haya unos genes parecidos, un estilo similar de gestionar empresas tan distintas, y que muchas empresas deberían asimilar, si no imitar. Tal vez Fernando y Juan responderían a que en su familia aprendieron lo que ahora viven. Tras las locuras empresariales que se han vivido estos años, estudiar las empresas que han sido sensatas y se han sabido adaptar a la crisis es una obligación.

 
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