El aborto no es cuestión de fe

Al conocerse los datos del número de abortos en España en 2014 hace unos días y comprobar que han bajado respecto a 2013, Ónega ha hablado con acierto del “drama del aborto”. Totalmente de acuerdo. Sin embargo, cuando han sintetizado las dos opciones respecto al aborto, pienso que se ha equivocado de modo llamativo.

Ónega ha dicho que caben dos opciones: la de los católicos, que piensan que es un atentado contra la vida, y la de quienes piensan que es una cuestión de educación sexual. Vamos, que la posición ideológica contraria al aborto es una cuestión de fe.

Dicho sea de paso, me sumo a las críticas generalizadas hacia el Ministerio de Sanidad, que año tras año da el dato de los abortos llevados a cabo con un año de retraso. Es una táctica de esconder un problema, una amargura, un remordimiento.

El aborto es una cuestión que molesta, porque no se aborda en profundidad. Como Ónega, un modo de justificarlo es atribuirlo al ámbito de la fe, en vez de ceñirlo a la razón, como se hace con la existencia de Dios. Sí se acepta una regla moral natural de que existe el bien y el mal, porque negarla sería condenarnos al permisivismo y a los abusos de todo tipo, amparados en la subjetividad, el capricho, el dinero o la violencia.

La doctrina católica sobre la vida recoge lo que muchas otras personas defienden sin ser católicos, como es evidente. Basta rastrear en testimonios de científicos – biólogos, médicos, etc.-, juristas, sociólogos, o incluso de madres arrepentidas de haber abortado, y no precisamente por motivos de fe, religiosos, sino humanos.

Molesta tanto el aborto que se habla de “interrupción voluntaria del embarazo”. No sirve incluso lo que la ministra Bibiana Aído, que impulsó la ley de 2010 que consagra el aborto como un derecho, dijo de que el feto es “sin lugar a dudas un ser vivo”. Afirmación que provocó la hilaridad y el menosprecio, como no podía ser de otra manera.

La ley socialista de 1985 despenalizó el aborto en algunos supuestos: Aído llevó a cabo una aberración. ¿Por qué el Tribunal Constitucional no ha resuelto todavía el recurso del PP contra la ley Aído? El recurso es de 2011: alguien ha hecho llegar a los magistrados que no corre prisa, que molesta una vez más ir al fondo del drama. Una pena.

 
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