El acoso de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez se sabe colgando de un hilo, y se lanzó a la desesperada desde el comienzo, intentando el “acoso y derribo”, pero con un resultado que se ha quedado en “acoso” y en perjuicio del propio Sánchez. Se preveía un debate tenso, pero no tanto como lo fue en la realidad.

Al comenzar, Sánchez criticó que Rajoy no acudiera a otros debates, y Manuel Campo Vidal le cortó, porque la pregunta inicial no era esa. Fue una buena señal de que el moderador quería, de verdad, moderar, pero luego Manuel Campo permitió que la “ametralladora Sánchez” interrumpiera continuamente a Rajoy y el tono resultó, en efecto, bronco como prácticamente nunca en este tipo de debates. Sánchez lo quiso y Campo Vidal lo permitió.

El candidato socialista falló tanto en el contenido como en las formas. No mencionó propuestas de gobierno que puedan ilusionar a posibles votantes del PSOE y el tono agresivo – que fue en aumento – puso en evidencia su debilidad, como en los partidos de fútbol que se van perdiendo y que, a la desesperada, se lanza todo el equipo a intentar marcar un gol, incluido el portero.

¿Qué pretendía Sánchez? Muy probablemente evitar la sangría de votos hacia Podemos, pero su estrategia fue inconsistente, muy endeble. En mi opinión, Sánchez perdió votos con el debate, y la calma de Rajoy ante sus reiteradas embestidas fue adecuada. Si Sánchez no arrancó votos con el debate sino que incluso ha perdido, Rajoy puede haber ganado unos pocos, porque la imagen de Sánchez que ofreció no es precisamente la de un presidente del Gobierno.

El candidato socialista podía haber aludido a incapacidad o negligencia en atajar la corrupción política, pero al acusarle de que no era decente logró que Rajoy soltase el “hasta ahí hemos llegado”, y le emplazó a los tribunales. Podía haber sido más contundente Rajoy, cuando mencionó la corrupción de los ERE en Andalucía, pero probablemente fue mejor no insistir.

Sánchez aludió a subir sueldos y volcarse con todo el mundo, pero sin mecionar de dónde saldría el dinero. Rajoy podía haber incidido, sobre todo porque Jordi Sevilla ya dejó claro hace unos días que debemos recelar de quien diga que los va a bajar.

Para los espectadores, que es a quienes se dirige este debate, fue penoso el espectáculo, con muy poca categoría por parte de Sánchez, que si acudió como un jabalí herido tal vez salió como un jabalí muerto. Para mí y para diversas encuestas que se vienen llevando a cabo, ganó el debate Rajoy, aunque hay que reconocer que Sánchez se cavó su fosa. Susana Díaz se frota las manos, casi como Rivera e Iglesias.

 
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