El candidato Fabra

Alberto Fabra, actual presidente de la Generalitat Valenciana, será el candidato del PP a la Generalitat en las elecciones autonómicas de mayo próximo. Se da por hecho, y otra decisión de Rajoy resultaría sorprendente.

En una Comunidad Autónoma que aporta tantos votos al PP llama la atención que, al final, se designe candidato al que es más razonable, después de un sinfín de rumores que, al ver el desenlace, no tienen fácil explicación.

¿Qué ha pasado? Muchas cosas que pueden ayudar a entender esta situación tan rara. Fabra accedió de la mano de Francisco Camps a la Generalitat, en julio de 2011, y es evidente que se ha encontrado con una situación política muy difícil por la corrupción en el PP y por las secuelas de gestionar la crisis económica en tierras valencianas.

Ahora Fabra puede exhibir méritos, pues ya no hay imputados por corrupción en las filas “populares” y la situación económica ha mejorado sensiblemente, especialmente gracias a las exportaciones y al turismo.

Fabra llegó a la Presidencia de la Generalitat desde Castellón, siendo alcalde de la capital de La Plana. Pese a que se niegue que ser castellonense es una rémora para presidir la Generalitat en detrimento de Valencia y Alicante, ese mero hecho ha sido un escollo, que a veces Fabra ha sabido solventar y otras veces no.

Fabra decidió en noviembre de 2013 el cierre de Canal 9 y Radio 9, Radio Televisión Valenciana. En el PP valenciano muchos se sorprendieron e indignaron. En Madrid le dejaron hacer, aunque muy molestos por el modo que se llevó a cabo el cierre. Sobre Canal 9, Fabra ya manifestó en el verano de 2011: “¡tijeras!”, pero en su cabeza no contemplaba entonces el cierre. En todo caso, el primer caso en España de cierre de una televisión pública autonómica, y puede que no sea la única, aunque la fórmula de privatizar parcial o íntegramente alguna de las televisiones públicas – Telemadrid y Murcia- está salvando momentáneamente la situación.

Desde Madrid se empezó a hablar de que “había banquillo para elegir candidato”, y empezaron a sonar los nombres de Rita Barberá, Esteban González Pons, Isabel Bonig, María-José Catalá, y hasta durante un tiempo el del actual ministro de Asuntos Exteriores, José-Manuel García Margallo: mucho tiempo tardó Margallo en desmarcarse de esa posibilidad, simplemente diciendo que ya no tiene edad para ese reto.

En ese clima Fabra se ha puesto a veces nervioso, y eso mismo puede ser el motivo por el que Rajoy le castigue con la tardanza. El ejemplo más claro es cuando pidió a Isabel Bonig que pidiera avales para su candidatura, y se encontró con que no querían avalarle los “pesos pesados” del partido, entre ellos algunos de los mencionados. Fabra empezó a manifestar con frecuencia que deseaba ser el candidato – y puede ser su principal error, máxime conociendo a Mariano Rajoy-, eligió en septiembre de 2014 a la coordinadora de la campaña electoral – Isabel Bonig- y la semana pasada designó el Comité Electoral. Ya graba vídeos electorales. Todo ello sin ser todavía el candidato oficial.

Fabra ya respira tranquilo pero ¿por qué ese desgaste al que se le ha sometido, muchas veces desde Génova? Puede ser porque Rajoy temiera que algún caso de corrupción – por ejemplo, la Fórmula 1- afectara a Fabra. Pero ningún caso le afecta a Fabra. O tal vez Rajoy ofreció la candidatura a Rita Barberá y se encontró con la negativa de la alcaldesa, que en otras dos ocasiones rechazó ser presidenta de la Generalitat Valenciana.

González Pons afirmó la semana pasada que él desde Bruselas y Fabra desde Valencia seguirán impulsando el PP y la Comunidad Valenciana. Todo está aclarado, y a la vez sigue la pregunta de por qué desde Madrid se ha actuado como se ha actuado, si al final va a ser el candidato. Enigma de Rajoy, y un curso acelerado de experiencia para Fabra.

 
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