Cuesta abajo y sin frenos

Despenalizar el enaltecimiento del terrorismo es ahora el objetivo del PSOE con sus aliados de Gobierno, o mejor dicho de Des-Gobierno, por no llamarlo un descarrilamiento en toda regla. Por iniciativa de Sumar, para disimular un poco. ¡Lo justifican en la libertad de expresión! 

No se castigarán las injurias al Rey, a España, a las Comunidades Autónomas o a sus banderas e himnos. Tampoco se castigará a los que ofendan a una confesión religiosa, hagan escarnio de sus creencias o ceremonias o vejen públicamente a quienes la practican. Están pensando en ofender únicamente a una confesión religiosa, la católica, pero nadie se atreverá a ofender a otras. No sé, mera intuición, dicho con ironía.

Las redes sociales arden ante esta noticia, y es comprensible, porque sencillamente es indignante. Una vez más, el Estado de Derecho se va a resquebrajar en España, y todo porque Pedro Sánchez se vende continuamente para seguir cuatro años en la Moncloa. Penoso.

Es un ataque más al sentido común y a las mínimas reglas democráticas, que no consisten en aplicar el rodillo de la suma de escaños, sino en respetar un marco mínimo de convivencia que no vacíe de sentido la palabra “democracia”.

En un Gobierno sostenido por filoetarras,  independentistas y populistas o comunistas-tardíos, van apareciendo las barbaridades y la falta de coherencia en un PSOE que está cuesta abajo y sin frenos, y con él los españoles.

Entregar Pamplona a Bildu, cuando el PSOE había reiterado hace meses que no facilitaría gobiernos a Bildu; la ley de amnistía, en contra de todo lo dicho por los socialistas… hasta que han necesitado los votos de Junts… Y ahora despenalizar la exaltación del terrorismo. Se palpa en la calle una tensión creciente, y es lógico, porque son hechos muy graves, y curiosamente nuestra esperanza parece depositada en Europa únicamente, también para el análisis y diagnóstico de la inmersión lingüística.

Aprobada la despenalización del enaltecimiento del terrorismo, no hay que engañarse: es despenalizar lo que hagan o digan Junts o Bildu, pero llamar discurso del odio y perseguir judicialmente al de centro, centro-derecha o derecha que lo diga o haga. Como han hecho con Santiago Abascal, porque el líder de Vox habló de que llegará un momento en que el pueblo querrá colgar de los pies a Pedro Sánchez: inmediatamente, lo denunciaron. Poco importa frases más graves de líderes catalanes o vascos, o de Yolanda Díaz: para eso no hay memoria histórica.

Es evidente que la libertad de expresión tiene unos límites, y uno de ellos es no admitir el enaltecimiento del terrorismo, que es un delito… al menos por ahora. Bajo el paraguas de la libertad caben muchas cosas, algunas inadmisibles: para Pedro Sánchez caben todas las que necesite el apoyo de Puigdemont, Otegi…

En redes sociales también abundan comentarios dirigidos a los votantes socialistas, como “¿no se les cae la cara de vergüenza?”. Han de reflexionar los que votaron al PSOE hace unos meses, porque era conocido por parte de todos los españoles que Pedro Sánchez es a-moral, un grado superior al in-moral: Maquiavelo se ha quedado corto.

 

Otro internauta plantea que, bajo este planteamiento, tal vez se podrá enaltecer la homofobia, la violencia de género, el racismo y la xenofobia. Y otro se pregunta si al presidente y al Gobierno se les podrá entonces injuriar y enaltecer el terrorismo contra ellos, o en ese caso se irá a la cárcel. Las redes sociales han explotado, con razón, ante esta nueva barbaridad.

¿Hay solución? Yo albergo optimismo porque la sociedad española seguirá manifestándose,  expresándose en los medios de comunicación que sea posible – gran reto profesional y ético para los medios de comunicación en estos momentos -, acudiendo a los tribunales y buscando la ocasión de que este Gobierno sea muy breve. El detonante puede ser el que menos sospechamos, pero hay que moverse: Pedro Sánchez es capaz de aguantar tres años y medio más.

No acabo de creerme las encuestas de que, si ahora se celebraran elecciones, muchos votantes socialistas no votarían al PSOE. Eso parecía en las últimas elecciones generales, ya conociendo muy bien a Pedro Sánchez. Tal vez hacen falta unas cuantas barbaridades más para que eso suceda en las próximas elecciones generales, sean cuando sean.

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