El dúo independentista Mas-Pujol

Estuve hace unos días en Barcelona, ciudad cosmopolita, moderna y que tiene un gran imán, del que su historia es un gran activo. Se me entremezclaron sentimientos diversos y hasta contradictorios. Guardo un excelente recuerdo de mis años estudiantiles, porque eran años de convivencia y respeto, sin histerias y con un “seny” catalán que regaba con elegancia la vida catalana. Observando ahora el irresponsable independentismo que Artur Mas se ha sacado de la chistera para esconder su ineficaz gobierno, me apena ver, escuchar o comprobar insultos a la historia, falta de respeto a lo legal y legítimo, en líderes políticos, comentarios de calle o reacciones viscerales.

El 25-N Artur Mas no sacará mayoría absoluta, salvo sorpresa. Asombra su reto último: “esto no lo paran ni tribunales ni constituciones”. Durán Lleida, el líder de Unió, socio de Convergencia, se ha desmarcado de cualquier iniciativa que no sea legal, y por supuesto de un hipotético referéndum por la independencia que no es legal.

Hay pasiones catalanas muy variadas y opuestas. La independentista ha sido avivada, pero la pasión mayoritaria no es independentista. Sólo la complicidad o el silencio podrían dar alas a un independentismo que nunca debía haber llegado al punto actual, y desde luego no es viable ni jurídica ni económicamente, y así coinciden todas las voces institucionales y económicas. Al final, el delirio independentista se verá retratado en las urnas del 25-N, y por razones ideológicas o pragmáticas no permitirá nuevas intentos febriles como el de Mas.

Jordi Pujol, expresidente de la Generalitat de Cataluña, gobernó con acierto y con bastante mesura. Supo contener tácticamente reivindicaciones independentistas. Pero ahora Pujol se ha “desmelenado”: apoya plenamente el independentismo, y con urgencia. No le importa mostrarse como ignorante de la historia, al comparar Cataluña con Estonia o Eslovaquia: las pasiones requieren el arbitrio de la razón, de la sensatez, del “seny”, y no ignorar la historia, ni intentar engañar a los catalanes.

Cataluña debe mucho al resto de España, y España la considera parte importante, corroborado por una Constitución reciente: y seguirá siéndolo, por mayoría democrática. El alocado Mas será historia. Y habrá que tomar nota de errores, omisiones, silencios y pasiones culturales irrespetuosas con las personas, que de todo ha habido en estos años.

 
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