Evitar la resignación

Ante el debate de investidura de ayer y hoy, se percibe un elevado grado de indignación y enfado en la sociedad española. El debate, seguido por políticos y periodistas, pero por pocos más. Una buena dosis de desidia, tristeza y algo de desánimo.

Todo  decidido para que Pedro Sánchez consiga su propósito de seguir en la Moncloa, cediendo en todo lo que lo que le han exigido Junts, ERC y PNV,  y lo que puedan exigirle en el futuro para aguantar los cuatro años en la poltrona.

El pacto PSOE-Junts otorgando una amnistía total a los independentistas ¡desde 2012! ha movilizado a la sociedad española, como es lógico. Unos dos millones de españoles  se manifestaron el domingo pasado contra la amnistía, y muchos comparan esta movilización a las máximas que ha habido en la historia de España. 

Quién sabe, tal vez pasará a la historia como la máxima movilización social en contra del Gobierno,  pues esto es el comienzo de una aberración.  Hoy en día la movilización es en buena medida también a través de las redes sociales, no solamente física. Puigdemont, hasta con escolta aprobada  ya.

Los españoles estamos movilizados, espantados por la barbaridad estatal, jurídica y económica, por unos votos de Puigdemont. Se está vendiendo, prostituyendo, lo que no debería ser objeto de mercadeo, que es la Justicia, la independencia de los jueces, la equidad entre los españoles. 

La tensión es grande, pues hay mucho en juego. Los pocos manifestantes que son violentos están siendo rechazados  por los participantes en las manifestaciones, pues toda violencia es reprobable, y además se beneficia a Pedro Sánchez y sus socios, que se presentan como demócratas y respetuosos, a base de desarmar el Estado y dejarnos vendidos a los españoles.

Puigdemont está pletórico. Ha pasado de ser un prófugo en el maletero de un coche, viviendo 6 años en Waterloo, a tener el Gobierno a sus pies. Está en éxtasis. Va destilando ironías y bromas, cuando no estamos para bromas, incluyendo alusiones al Rey Felipe VI: “¿Dónde está el Rey?” Felipe VI intervino con un claro mensaje en aquellas dificilísimas circunstancias de 2017.

Hay tensión, preocupación, y a veces cierto desaliento. Es tan grave lo que está pasando, la barbaridad que se está cometiendo porque Pedro Sánchez quiere seguir en la Moncloa, que el riesgo es desanimarse. 

Nada importa a Sánchez el desprestigio mundial que estamos generando, y lo que supone eso de inseguridad jurídica, económica, cultural. Por eso, para que esta pesadilla dure lo menos posible, hay que seguir movilizados el tiempo que sea necesario, cada uno en su ambiente profesional o social, del modo que cada uno estime oportuno. 

 

Tiene razón Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, cuando anima a seguir con las movilizaciones y no acomodarse o resignarse, porque “es hora de salir de la zona de confort”. 

De paso, reflexionar todos sobre cómo hemos llegado a esta dolorosa situación nos vendría muy bien. Al votar el 23-J todos sabíamos que Pedro Sánchez traicionaría a quien hiciera falta con tal de gobernar, y hubo millones de españoles que le votaron.

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