La insensatez de Artur Mas

            Mariano Rajoy dijo ayer, en la reunión del Comité Ejecutivo del PP, que Artur Mas está haciendo el ridículo, y que la batalla internacional la tiene perdida.

            Que Artur Mas esté haciendo el ridículo me suena suave. Hacer el ridículo puede ser en algo accesorio, o mover a la risa o a la lástima.  A nivel individual, hacer el ridículo tiene un coste pequeño, pero cuando es un líder el que lo hace con su reiterado afán independentista me parece que es un daño para Cataluña y para España, que requiere un calificativo más contundente como el de “insensatez”.

            Cuando estamos atravesando tantos problemas económicos y laborales, hacer una guerra a  favor del independentismo  parte de Mas me sigue pareciendo una insensatez monumental, y hasta una traición a los catalanes, porque bien sabe Artur Mas  que el independentismo lo ha avivado para distraer a los catalanes de otros problemas mucho más acuciantes.

            Mas ha logrado que, en Cataluña, haya un clima tenso, de enfrentamiento. Hace unos días, me comentaba una persona que vive en Barcelona que, tras 45 años de vivir allí, ha escuchado de un colega que “eres un quiste por no hablar catalán” y que, en varias ocasiones, ha tenido que escuchar: “Cuidado con fulanito, que es español”.

            Algunos se han empeñado en Cataluña en equiparar el término “español” a “extranjero”, pero incluso esto no es  exacto, porque tienen más respeto y afecto a cualquier inmigrante que a un español. Así es, o así lo parece.  El término “español” es casi un insulto, en vez de asumir o respetar una realidad.

            Esta violencia verbal que se vive ahora en Cataluña debe mucho a la insensatez de Artur Mas. Jamás había visto algo similar cuando estudié en Barcelona, ni en los viajes que periódicamente hago a esa ciudad tan querida.

            Si Mas esperaba que su independentismo le supusiera votos en los catalanes, parece que hasta esto le va a salir por la culata, pues todos los sondeos auguran una caída del voto a CiU, en beneficio de Esquerra Republicana de Cataluña. Pero es que, si Artur Mas hubiera agitado el independentismo buscando un beneficio electoral, también sería una insensatez.

            Cataluña es España, y la historia secular es un aval incontestable, aunque algunos deforman la historia y pretenden hacernos una “revisión”, o mejor dicho imponernos.

            Dónde empieza el ridículo y dónde empieza la insensatez puede parecer una línea delgada, pero para mí es más nítida de lo que parece. La insensatez es irresponsable, perjudica la  convivencia y va en detrimento de los ciudadanos, que se merecen un gobierno sensato.

 

            No me imagino ni deseo una Cataluña de barretina. En una sociedad plagada de relaciones internacionales y multinacionales, el independentismo catalán perjudica ya a la economía catalana y también la convivencia de los 7 millones que viven en Cataluña.

            La insensatez puede tener remedio, porque el interesando caiga en la cuenta- lo  cual parece imposible en el caso de Mas- o porque mantengamos la sensatez los demás. Cataluña no es un problema exclusivo de los catalanes, sino de España. La sensatez  hemos de buscarla todos, sin menosprecios ni fobias.

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