No hay dos dimisiones sin tres

Dolores Delgado.

En el refranero popular hay mucha sabiduría acumulada, fruto de la experiencia. El refrán “no hay dos sin tres” refleja que la reiteración llama a la reiteración: a las dos dimisiones de los ministros Màxim Huerta y Carmen Montón, habría que sumar la previsible de la ministra de Justicia, Dolores Delgado.

Las críticas por las repetidas mentiras de la ministra Delgado proceden de todos lados, del PP, Ciudadanos y hasta de Podemos.

Tal vez para que no se repita el aforismo de que no haya una tercera dimisión, y porque Pedro Sánchez es capaz de todas las argucias para que no se produzca, la ministra se sigue mostrando firme. Ayer mismo dijo que “no voy a dimitir, a este Gobierno nadie lo va a chantajear”.

Tampoco hay que olvidar que Pedro Sánchez avaló a Carmen Montón como ministra en la tarde del 11 de septiembre, y a las dos horas anunciaba la ministra su dimisión. La lógica y las palabras no valen con Pedro Sánchez.

La encuesta del CIS que se dio a conocer el martes es una buena jugada de ajedrez de Pedro Sánchez. El CIS daba a conocer trimestralmente una encuesta, desde 1996, y con Pedro Sánchez ha empezado ahora a ser mensual.

El desgaste del Gobierno en los primeros días de septiembre empezaba a notarse, y a “alguien” se le ocurrió que sería bueno una encuesta del CIS antes de que aumentara la tormenta para el Gobierno y para el octopartito. Efectuada entre el 1 y el 11 de septiembre, es un balón de oxígeno para el presidente del Gobierno, sacando 10 puntos al PP, y presentando de nuevo empatados prácticamente a PP y Ciudadanos.

La pregunta que todo español se hace es cuántas encuestas hace el CIS, aparte de las que da a conocer públicamente. Es una pregunta interesante, porque a cualquiera se le ocurre que los votos en España pueden haber variado sensiblemente en estas semanas posteriores al 11 de septiembre: la tesis de Pedro Sánchez, la dimisión de la ministra de Sanidad, la posible dimisión de la ministra de Justicia por sus mentiras sobre el excomisario Villarejo, la incapacidad del Gobierno de sacar adelante los presupuestos de 2019, y algunos hechos que podríamos añadir.

Sánchez tiene lo que quería: el CIS le confirma como vencedor holgadamente, y como líder más valorado. Por decirlo de alguna manera, le pone en bandeja adelantar elecciones o no hacerlo, pues el CIS arroja el dato que arroja. Ante los líderes del PSOE –y de otros partidos – que le piden elecciones anticipadas, puede argumentar la encuesta del CIS.

Ciudadanos ha desautorizado la encuesta del CIS, porque dice que está “hecha a la medida del Gobierno”. Otra pregunta que surge es cómo maneja el CIS la encuesta y los datos, y si la falta de fiabilidad habría que extenderla a otras legislaturas, porque bien hemos comprobado que las elecciones celebradas han desmentido encuestas del CIS. Eso sí, lo que sigue sin cambiar es que Pablo Iglesias es el líder peor valorado.

 

Cómo ha hecho la encuesta el CIS, con detalle, sería digno de análisis. Pero también están los que defienden que las encuestas son simplemente encuestas, y que hay ciudadanos que contestan algo distinto a lo que piensan votar, que algunos votantes del PP o de Podemos pueden esconder su voto en una encuesta, o simplemente que la fugacidad de la política puede justificar oscilaciones importantes de voto de una semana a otras. Lo dicho: la encuesta del CIS es un “haz lo que quieras” para Sánchez.

Sánchez ha dado sobradas muestras de que la lógica política y el sentido común no van con él. Ni le afectan las duras críticas del presidente de Aragón, Javier Lambán, por su política con el independentismo catalán. Nada es previsible con un Sánchez feliz de verse en La Moncloa.

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